Una noche larga y solo acaba de empezar. Hoy debe ser que he colapsado y no sabría decir cuál es la gota que colmó el vaso. Hoy me levanté descompuesta en todos los sentidos, perdida y sin reconocerme. Abatida. Necesitaba huir de todo y de todos, de mí. Siempre fui mi peor enemigo.
Las terapias remueven, te alteran. Y yo ya lo probé. No me hizo nada bien, y... Creo que será más de lo mismo. Más urgar en heridas mal curadas, que ya no escuecen pero tampoco sanan.
Últimamente me dan ataques de pánico en Mercadona, sí. No sé por qué. Estoy empezando a cogerle manía a ese supermercado. Pero todo está en mi cabeza. Y en mi corazón.
Y la noche no va a mejor. He probado todas las camas de mi casa. Dormir con mi hija que me calma. He intentado dejar a las pastillas de lado, pero ni aún así se me calma esta desazón que siento. Este dolor de cabeza tan duradero ya, este corazón que galopa en mi pecho. Las manos, los pies, las piernas... Ceden a mi peso. Me siento débil y no sólo físicamente. Y lo más duro es un nudo en la garganta que duele, y que lleva ahí todo el día. Me ahoga tanto que dejo de respirar por momentos. Y los ojos se me llenan de todas las lágrimas que no lloro. Porque yo estoy bien, siempre lo estoy. A solas, acompañada. Yo puedo con todo, sola. Y siempre bien. Nadie sabrá lo que padezco detrás de mi sonrisa fingida, de mi frialdad y de mi apariencia de WonderWoman.
Sé que es ansiedad. Sé que la casa duerme y yo tengo que seguirlos porque sino mañana no seré la madre que se merece mi bebé. Mañana no podré fingir que todo va bien porque las caras... Ay, las caras... Revelan tanto...
Es una mezcla de ansiedad y pánico. No me puedo permitir sentirme tan derrotada, tan trate y abatida. Por lo menos, hoy ni hubo visitas en casa y pude... Ser yo. La yo de este momento y la yo que puedes ser cuando las puertas se cierran y estás en la intimidad de tu casa.
Me eché en la cama, en mi habitación mientras mi bebé dormía sus largas siestas... Y pensé, dejé que mi cerebro organizara sus ideas y llegara a un acuerdo con mi corazón. Pero... Todo se lió aún más dentro de mí. Nunca terminan en acuerdo estás cosas del sentimiento.
Siento que me estoy muriendo. Que sobro en todas partes, que no estoy a la altura en ninguno de mis papeles. No he encontrado a mi autoestima hoy...
Hoy es uno de estos días que me hacen viajar a julio del 2019. Aquí todo está hecho, nadie me necesita y nadie es imprescindible.
Pero miro a mi niña, y en el egoísmo de mis pensamientos. Cuando eres madre, tú eres la segunda. Tus prioridades cambian, aún no tengo claro si en cambio es bueno o malo, pero todo ha cambiado. Y todo lo que, seguramente, haré en la vida... Incluidos los errores, será pensando en ella.
Seamos optimista. A veces son solo etapas, otras... Temporadas, pero en nosotros está la fuerza de seguir un día más, siempre, un día más.
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