domingo, 3 de noviembre de 2013

El sueño de aquella sala

Sabía que estaba soñando. No me preguntes el por qué pero lo sabía. Incluso tenía esa sensación de que en cualquier momento sonaría la alarma del móvil anunciando que debo vivir la realidad. Y no una triste realidad. Estaba en una sala enorme. ¿Te lo imaginas? No creo, era mucho más grande de lo que yo misma recuerdo. A los lados había estanterías llenas de libros parecidos a los tomos de enciclopedias. Aunque había de todo. Desde libros finísimos que se perdían y se descolocaban fácilmente hasta unos más grandes que toda la enciclopedia junta. Era una sala iluminada. El suelo estaba brillante y cambiaba de color al compás de cada estantería. Estaba sola pero sabía qué era lo que tenía que hacer allí. Todos esos volúmenes recogían la vida de todas y cada una de las personas que nacieron en la tierra. ¿Cuántos billones de libros habría? ¿Apostamos? Yo era una privilegiada por estar ahí. Cuántas cosas podía descubrir. ¿Qué crees que hice? Busqué tu libro y el mío. Nuestras vidas. Pero no para curiosear. Los libros estaban ordenados alfabéticamente, y no fue para nada tarea fácil encontrarlos. Además, el tiempo pasaba y me despertaría en cualquier instante. En cada momento pensaba en lo que te quería y en lo que me gustaría disfrutar de ese sitio contigo. Grandes personajes de la historia tenían su vida metida en unas cuantas páginas. Miles tal vez. Pero unas cuantas si las comparamos con todas. Tu libro y el mío aún no estaban terminados y tenían muchas hojas en blanco. Algo me sorprendió  ¿Adivinas el qué? En tu libro, las letras se iban desvaneciendo hasta estar las páginas vacías  Nada de tu vida. Sin embargo, en el mío aparecía la tuya. Las dos juntas en mi libro, ¿Por qué? ¿De verdad no lo sabes? Amor, sí que lo sabes. Ahora mi vida eres tú.


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