lunes, 13 de septiembre de 2021

La Boda

 Tras muchas idas y venidas de ideas, restricciones, covid y familias, conseguimos la boda que queríamos. Mentira. Conseguimos la mejor boda que podíamos hacer, una de las mejores y no dicho por nosotros los novios. Una idea innovadora, donde no hay mesas y todos estamos con todos. Donde en el ambiente no se respiraban dos familias, sino un grupo de personas que se quieren.

Cuarenta y nueve personas, ¿qué os parece? Los míos, los nuestros, los que querían acompañarnos y los que realmente nos quieren. Estábamos los que teníamos que estar. Mi familia estuvo soberbia, y en este caso no solo hablo de mis padres. Mis tíos a los que adoro, a cada uno de ellos. Solo puedo decir que estoy orgullosa de la gente que tengo cerca, y creo que puedo hablar por boca de mi marido (¡Marido! Qué raro me suena).

Fue una boda llena de anécdotas. La música no funcionaba, el vídeo de la familia tampoco (putas tecnologías, como las odio). Los testigos que se quedan en blanco a la hora de contestar al concejal de deporte. Los anillos que son puestos cuando no son y luego ya ni salían del dedo. 

Una boda, en la que los novios (y no lo digo porque yo fuera la novia, sino mirar cualquier foto y me decís) brillaban con luz propia. 

Puedo decir que ha sido el mejor día de mi vida.



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