viernes, 12 de julio de 2024

Seguimos...

 Seguimos... Creo que mantendré, en los próximos post al margen a Javi. Luego no me preguntéis si nos hemos separado. Pero será mejor para todos, porque al final, lo que escribo es mi percepción de las cosas, sentimientos y absolutamente todo subjetivo filtrado por mi razón y mi entender. Y como para todos no es igual, no necesitamos opiniones varias, al final... es mi blog, y tengo que centrarme en mí, en mis asuntos, mis sentimientos y mi punto de vista, aunque Javi forme parte de mí, es un individuo más. Vamos al asunto que nos interesa.

El martes vino una vecina, que os puedo asegurar que desde que nació Helena se ha portado como una amiga de las de toda la vida. Yo no tendré días ni palabras para agradecerla todo lo que ha hecho por ella.

Sabe de mí, porque le he contado cosas que se quedarán para nosotras. Y ha sabido ayudarme y guiarme cuando más perdida estaba en medio de su mundo alborotado de tres niños. Me parece una madre ejemplar, de hecho, voy siguiendo sus pasos porque es justo cómo yo quería ser y como... Al juzgarme y recibir críticas, me he ido conteniendo. Y su crianza es tan válida como todas. Normalizar la maternidad, estar cansada, liberar a tus hijos y estirar la cuerda, es bueno. Darlos una autonomía y confianza. Es mi planteamiento como profesional y como madre.

Además tenemos nexos, pequeñas uniones, cotilleos del vecindario, todos los ingredientes para de nuevo, huir de las agujas del reloj y guiarnos como antaño... Se está haciendo de noche (y eso que es verano). Compartir mis miedos y preocupaciones con ella, que me entiende a la perfección, más allá de lo que nunca hubiera imaginado, me ha aliviado el corazón y me siento menos mala madre.

Para mí, las tardes con amigos son terapéuticas. Son las medicinas que necesito para mí vida.


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