domingo, 15 de marzo de 2015

Juegos peligrosos

La Atlántida se esconde en tu 

bañera,
y en tu congelador el polo norte,
se sube al Everest por tu cadera
y nunca me reclamas pasaporte.

Tú finges que me quieres, yo lo acepto,

me llamas sólo cuando estás en celo,
tu cuerpo es una secta y yo un adepto,
tú no quieres amor, quieres consuelo.

Y no te lo reprocho, es tu derecho

pedir calor en noches solitarias,
un cuerpo al que abrazarse tembloroso.


Espero que ninguno se arrepienta,

las nuestras son apuestas temerarias,
jugar a enamorarse es peligroso.

Luis Ramiro


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