miércoles, 14 de septiembre de 2016

Terapia en verso

Tengo ganas de perderme, entre la desnudez del verano y el calor de dos cuerpos en invierno; de caer al vacío a doscientos km por hora, sin saber dónde voy a aterrizar; de respirar entre tus brazos, y que bailemos descalzos; ganas de vivir hasta rendidos del cansancio.
Y tratar de congelar aquellos momentos en que se me erizaba la piel, como cunado el mar acariciaba tu cintura, esa que me mata con su vaivén. Como cuando venías suplicando con la mirada, que el mundo nos esperase dormido, a que se nos acabaran las ganas de amarnos, aquella noche de verano.
Aquella noche en que no faltaron besos, ni tampoco abrazos, pero el tiempo corría demasiado rápido, y nosotros no teníamos ganas de alcanzarlo, queríamos caminar sin prisa, saboreando despacio la melodía de unos labios.
Tengo ganas de que llegue el otoño, y fundirme entre las hojas secas, y el aroma a mandarina incrustado en cada esquina. Sabanas de azúcar entrelazando el mapa de tu cuerpo, en una tarde cualquiera, de las muchas que quiero enamorarte. Y entonces que llegue el invierno, y escondas la sonrisa que me mata tras esa bufanda roja, y después la primavera, y el verano de nuevo, y que siga, si quiere, que no se detenga el recorrido. Pero que tú no te vayas, que la distancia entre tu boca y la mía, siga siendo la misma.

Terapia en verso


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