Soy así, con esa capacidad de perdonar, esa voluntad de ver lo mejor en las personas, incluso en aquellas que me han lastimado. No soy tonta por no irme a la primera, ni por haber vuelto a confiar. No me falta amor propio por seguir creyendo en las segundas oportunidades. No confundas mi bondad con debilidad, mi capacidad de ofrecer segundos intentos es un reflejo de mi compasión y comprensión, pues entiendo que el camino del perdón es una puerta hacia la sanación.
No es ingenuidad, sino una elección consciente, la que me lleva a dar una oportunidad adicional, a buscar la reconciliación y el entendimiento. Reconozco que somos seres imperfectos, propensos a cometer errores, pero también tenemos el potencial de aprender, crecer y transformarnos.
Si decido otorgarte mil oportunidades y en cada una de ellas me rompes, comprendo que la carga no recae en mi falta de discernimiento, sino en tu falta de amor.
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