miércoles, 2 de junio de 2021

Una tarde en el parque

 Es la primera vez que me siento tras levantarme a las ocho de la mañana para acompañar a Cuqui al cole. Le he robado un culo de botella de Coca Cola a Javi bien fría y me he sentado a ver el amanecer desde mi ventana. Aquí, tengo vistas al cielo, no como cuando vivía en Leganés.

Me quito la tobillera porque en casa me niego a tenerla, es hora de ir recuperándose (aunque duela y al pisar vea las estrellas). He terminado de hacer la cena para cuando Javi vuelva y poco más. ¡Qué largos son los días cuando está de turno de tarde! Pero está bien tener un minuto de silencio, a solas mientras escucho como respira Cuquito en la otra habitación.

Hoy, mi reflexión va para Laura. Para nuestra charla de 5.30 a 8.30 en el parque mientras nuestros niños jugaban y merendaban juntos. Hablar con ella es como tener una hermana mayor o algo parecido. Alguien que te conoce, que habla según te percibe con solo una mirada, con cada una de las palabras o con cada gesto que escondes tras la mascarilla. A veces me callo porque creo que ve más allá de lo que la cuento, y creo que es verdad.

Con Laura las horas se pasan volando, puedes hablar de todo y de nada, puedes interrumpir las conversaciones porque uno de nuestros niños está pegando a otro o se está comiendo algo del suelo. 

Si soy sincera, la verdad, es que a ella la conocí a través de Julito en nuestra graduación de Bachillerato (sí, ha llovido). Pero por poco o mucho que hablemos a diario, es una de las personas que está. Siempre está. A tan solo un mensaje de distancia. Pero con todo lo que tenemos (que no es poco), se nos olvida llamarnos, aunque en nuestra agenda siempre hay un hueco para vernos.

Aún recuerdo el cacho paseo que me metiste hace un año cuando estaba tan mal llorando por los rincones, cuando me contaste tu experiencia con todo detalle y me hiciste ver cómo crecen las relaciones, las personas y cómo llegamos a encontrarnos con nosotras mismas. Porque cada una de tus lecciones es real, porque la sientes, porque la vives y porque demuestras que las personas no somos tan distintas. Que todo son etapas o caminos que antes o después tenemos que pasar  y aprender de ello.

Julito, tienes un tesoro y hacéis el equipo perfecto con el que todo el mundo sueña. Sin querer, me van apareciendo partes de nuestra conversación. "Sé que era él porque cuando el camino se desviaba, con él se volvía recto, fácil". Once años de amor incondicional. Los cuentos de hadas existen y vosotros sois la prueba de ello. ¡Qué bonito! Tener eso en la vida real es lo mejor que te puede ocurrir. Muchas de las frases que me has dicho las guardaré como un tesoro, uno de los más preciados, secretos que llevo como el de "Sé feliz, tú. Nunca te olvides de ti, ni por un hijo, ni por tu marido. Tú eres la que tienes que estar bien" o la de... "A mí la que me importas eres tú, porque tú eres mi amiga". 

No sabes el pellizquito de felicidad que me das al escucharte decir eso, al sentirme un poco mimada y querida en un día como el de hoy, en el que nada sale a derechas. Sentir que aunque me vaya un poco lejos de Leganés, tengo siempre un hogar al que volver, y con ello no me refiero a una casa, sino a mi gente. 

Javi hace poco, me dijo que se alegraba de ver qué tipo de amigas tenía, que eran de lo mejor. Fue tras la visita de Sandra a mi casa. Y es que es verdad, es que no podría elegir una entre tantas. Sois mi familia, la que he elegido y la que vosotras también me ha elegido a mí. Soy más que afortunada.



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