domingo, 1 de agosto de 2021

Te quiero (no sea que se te olvide)

 Te quiero.

Ya sé que lo sabes, pero hoy me parece de vital importancia decírtelo.

Hoy, sin un por qué, he llegado a la conclusión de que no hay nada más importante en el mundo que el que tú estés segura de eso.

Aunque no lo comprendas, aunque no entiendas a qué se debe, aunque incluso puedas llegar a preocuparte preguntándote  a qué viene esto de decírtelo ahora con tanta insistencia.

Te quiero.




Aunque me pongas la cabeza loca, aunque a veces no te soporte, aunque en ocasiones tenga la total seguridad de que quieres que esto salga mal porque sino no entiendo tu actitud, y tus dudas, y tu agotadora  manía de complicarlo todo.

Te quiero aun con esas malas etapas en que parece que no nos queremos tanto, aun en esas noches en que nos da la sensación que no nos entendemos y nos miramos en silencio pensando si habrá futuro en esto, aun cuando me hablas de tu pasado con el fin clamoroso de hacerme sentir inseguro, aun cuando te empeñas en no responderme haciendo que sea imposible una reconciliación.

En esos ataques de celos que te dan sin ninguna razón, en esos días en que respondes a todo encogiéndote de hombros con una insolencia desesperante, cuando escupes tus miedos con la única intención de clavarme dudas y cuando nos duele la garganta de gritarnos y acabamos diciendo que tal vez lo mejor sea pensarnos si esto va a algún sitio: ahí es cuando te quiero más.

No me hagas caso cuando no te mire, cuando me pueda el orgullo porque me has hecho daño, cuando lo pintes todo de negro y yo me ciegue, cuando nos digamos mirándonos a los ojos y con toda la convicción del mundo que quizá sea mejor darnos un tiempo.

Te quiero.



Ya sé que lo sabes, pero por si acaso.

Y es que hoy, volviendo de mi viaje en avión, he visto a mi lado a una pareja de unos cincuenta años. Ella se quedó dormida, y él se quitó su chaqueta y se la puso por encima. Ella no lo vio. Él no lo hizo para hacer la gracia, ni para llevarse el mérito. Él lo hizo porque quería hacerlo. Seguramente no le hacía falta. Seguramente no lo hubiera necesitado. Seguramente no tenía tanto frío.

“Pero por si acaso”, ha sido la frase que se me ha venido a la cabeza mientras los contemplaba, y me ha parecido la más emotiva del mundo.

Así que te quiero.

Por si acaso.

No sea que se te olvide.

Por si acaso mañana mientras te estás duchando una duda terrorífica te congela la espalda de repente, por si acaso me ves hablando con una chica guapa entre sonrisas y te preguntas si tienes que temer, por si acaso un día te me quedas mirando y piensas que quizás ya te tengo muy vista y otra chica nueva puede ilusionarme.

Por si acaso mañana necesitas saberlo urgentemente y no puedo decírtelo en ese momento, por si acaso un día estiras tanto la cuerda que te preguntas si en esa ocasión te habrás pasado, por si acaso una noche, sin razón, acabas llorando en tu cama completamente rota pensando si yo te haré también lo que te hicieron en el pasado.

Te quiero por el corazón de niña que tienes, te quiero porque me quieres, y te quiero porque tengo la grandísima fortuna de que no me queda más remedio que hacerlo aunque no quisiera.

Con mi ego en ocasiones descontrolado que no soportas, con el cariñoso que no puede dejar de darte abrazos y con el que aparenta pasar de ti cuando nos enfadamos.

Ahí te quiero más que nunca.

Quiero que lo tengas claro, y aquí te desvelo mis trucos, y voy a echar por tierra todas mis estrategias, y te voy a decir abiertamente que no tengas ningún tipo de duda de que en esos momentos, parezca lo que parezca, siempre te miro cuando tú no me miras, y trago saliva cuando te veo reír con otros hombres, y me pregunto qué sería de mi vida si no estuviera esa mujer para ponérmela patas arriba.

Eres lo más importante.

Y mi reloj, y mi calendario, no tienen las suficientes gracias en su alma para regalarte porque llegaras. Y algo que no sé qué es, pero que empezó a latir desde que a ti te dio por sonreírme por primera vez (y antes no estaba), te grita que no tienes ni idea de lo que sería esto sin ti.

Y te lo voy a decir todos los días de mi vida, sin razón, en las malas y en las buenas, cuando estés insoportable y cuando seas la niña más dulce del mundo; te lo voy a decir cuando de lo que tenga ganas sea de mandarte al infierno y cuando pongas tu pequeña nariz a dos centímetros de la mía y yo sienta que esta vida es un asco, pero un asco capaz de darte el regalo más maravilloso del mundo cuando ya ni siquiera crees en ello.

Más que a ese reloj y a ese calendario.

Más que todas las veces que te lo digo.

Y más que a mí.

Te quiero.

No es que no sepa que lo sabes.

Es que no sea que se te olvide.



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