Te plantas en la puerta de mi piso armada con cervezas, con una sonrisa confiada y con un vestido que estás deseando quitarte. Sin ropa te sabes invencible y estás deseando llevarme a tu terreno.
Por un momento pienso en pararte los pies. O quizás en huir, que suena más fácil. Mi instinto de supervivencia aflorando en última instancia para recatarme. Me imagino que salgo corriendo, aunque en el fondo sé que no puedo escapar de ti. "Rescate fallido", me digo a mí mismo.
Tú sonríes.
Yo me rindo.
Nos besamos.
Otra vez me tienes donde querías.
Mañana me volverás a dejar en la estacada. Pero hoy eres todo que podríamos ser juntos.
Y con eso, por masoquista que suene y por imposible que sea, me vale.
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