viernes, 2 de marzo de 2018

NO TENGO FRÍO

No tengo constancia
de que nos hiciéramos invierno.
Sucedió.
Tú, de pronto, eras hielo.
Yo, cada vez, tenía más frío.
El resto fue despedirte.
Varias veces.
Porque, aún congelado,
regresabas.
No por mí. No a mí.
Volvías para contemplar,
una vez más, 
el destrozo.
Desandabas el camino
para salir huyendo
cuando sentías hacerte agua.
- Adiós.
- ¿Para siempre?
Silencio.
La última vez recogí mi hoguera
y me marché
para no volver a enfriarme.
No sé si has vuelto.
Ya no estoy.
Bailo junto al fuego.
Quizás me queme.
Pero no tengo frío.

María Guivernau



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