martes, 1 de mayo de 2018

Responsabilidad

Dime que no te has encontrado en la barra de un bar con alguien con cara de chica triste de aeropuerto.

Dime que no te has preguntado qué gris desgracia la arrojó hasta este instante, qué golpe la trajo hasta ese puerto de soledad.

A las dos de la mañana, en el pub de Beni, tras salir del trabajo. Siempre es buen momento para saludarlo y tomar un trago. Allí se encuentra sentada una de esas personas, una de esas mujeres de luz desencantada y ojos marchitos.

Me recuerda a aquellos púgiles que tuvieron sus días de gloria en el pasado, esas estrellas que después dilapidaron su fortuna para rodearse de la gente equivocada y hoy nadie recuerda.

Ciertos bares de madrugada son lugar para los náufragos. Los camareros son los capitanes que conducen los destinos sin rumbo y los sueltan cinco copas más allá.

Vuelvo a mirar a la mujer. No es angustia lo suyo. Es soledad. Soledad sólida y cruda como una vaca de camino al matadero.

Ojalá pudiera hacer algo por ella. Pero no puedo. Nadir puede. La soledad de otro es demasiada responsabilidad. Le pago la cerveza de Beni y me marcho.

Marwan


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