jueves, 3 de mayo de 2018

Emisión de radio Pirenáica

Estos días, padre, y en este sol de la infancia
me viene tu recuerdo como un viento caliente,
el aire que en verano por donde tú llegabas.

Recuerdo tus silencios en las noches más frías.
Cuando, sentados juntos, madre contaba historias
y tú sonreías del pavor a lo muertos.
Y decías: "A quien hay que temer es a los vivos".

Luego, más tarde, supe, padre, que tus temores
venían de muy lejos y habitaban cercanos 
en las calles de tierra y en las casas de adobe
y te ahogaban el pecho y el corazón de polvo.

De la guerra no hablabas, aunque, de tarde en tarde,
nos dejabas mirar la metralla azulada
que aún tenías en el cuerpo y nosotros pasábamos
los dedos por aquellas cicatrices de hierro.

El miedo de los vivos te ha acompañado siempre.
Y puse entre tus brazos el dolor de las cosas,
cuando España no era sino la historia triste
más triste de todas las historias posibles.

Te recuerdo en la noche cuando en la vieja radio
buscabas entre ruidos que estaban prohibidos
la esperada noticia de que, al fin, aquel año
un viento bien distinto lo barrería todo.

Pero nunca llegó aquello que esperabas.
Ni siquiera más tarde, cuando todo cambió
pudiste pronunciar unas nuevas palabras.
Era la historia otra. Y eran otras las cosas.

Rodolfo Serrano


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