martes, 29 de mayo de 2018

Los indios rodean a custer

Todos tenemos algún rincón maldito,
aquel en que guardamos los adioses,
las palabras de amor que no dijimos,
los besos que pedimos, las caricias
que nunca nos llegaron. Pero siempre,
cuando la luz se enciende
en el bar que nos pilla de camino,
hay un momento, escondido entre los vasos,
en que parecen como si viniera
ella a beber los besos que dejara
a medias esa noche, la del miedo.

Entonces, sólo entonces, recordamos
la barra y los neones que hace tiempo
eran feliz preludio de la carne.
Y todo nos parece letal y muy hermoso.
Lo mismo que un revólver con las balas
de plata o un despertador de madrugada.

No hay que buscar ya más. Está ya todo
vencido y recordado. No podemos
resucitar al vampiro nos con un beso,
y Lilit jamás nos buscará fuera del paraíso.

Así que, así las cosas, aconsejo
en días como estos que te cuento
que te acopies de alcohol y bien armado
ocupa tu lugar en esa empalizada
donde saber que al fin el enemigo
te arrancará el corazón. Estamos rodeados.

Rodolfo Serrano


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