viernes, 25 de mayo de 2018

Fábricas abandonadas

A mi amigo Fran Fernández, que me regaló este título.



Como esas fábricas, recuerdos de un pasado muy lejano,

vacías y dejadas de la mano de Dios y de los hombres,
con el olor del polvo y del aceite de máquinas paradas,
y el hollín recubriendo paredes y baldosas, el cemento
agrietado y el silencio ominoso de la vida que ha sido.

Los mismo que esas fábricas, viejas y abandonadas,
ya sin nadie y sin nada, corazón oxidado del acero,
sin sueños ya, sin sueños y sin voces,
y con el sol de invierno
entrando por ventanas que ha dejado de calentar la vida.

Mis días son lo mismo. Y son como vencejo
buscando entre los muros la salida hacia el cielo.
Mi corazón cansado no tiene ya el recuerdo del tiempo enamorado.
Hoy se rinde, vencido, entre la viejas ruinas donde todo se muere
y la vida es tan solo un recuerdo lejano donde reina el silencio.

Rodolfo Serrano


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