miércoles, 26 de septiembre de 2018

Todas las demás

Soy un obseso, lo admito.
No hay nada mejor que sentarse en una terraza
y ver pasar a todas las mujeres. Aquella parece
no llevar sujetador, unas tetas espléndidas.
Esa otra, la del perrito, una boca maravillosa.
Y qué decir de ésta, mírala, cuántos secretos
lleva escondidos bajo el rimmel de sus ojos,
cuántas noches han perfilado su forma de andar,
casi ingrávida sobre el asfalto.
Y aquella que se acerca a lo lejos.
Dios mío, esa es un diez.
Y se acerca.
Se sienta en mi mesa
y suavemente me besa en la boca.
Esa es mi chica y noto cómo unas cuantas miradas
masculinas la analizan detalladamente.
Y la desean.
La desean tanto como la deseé yo
hace ya muchos, muchos años.
¿Que si ya no la deseo?
Claro que sí.
Más que a ninguna.

Pero menos que a todas las demás.

LUIS RAMIRO


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