domingo, 12 de noviembre de 2017

Para curarte los domingos

Estar al otro lado del teléfono
con un mar de por medio
nunca fue estar tan cerca.
Imaginarte tumbada en tu cama
leyendo el periódico en internet
o acariciándote pensando en mí
y casi poder tocarte.

Estás triste, no te entiendes,
te enfadas con el calendario
pero los domingos no tienen la culpa,
cualquier otro día es bueno
para soñar viajes conmigo
y lavarle la cara a la tristeza.

Que si no hay planes,
que si hace frío,
que si tienes que estudiar,
que si la paella de tu padre
no estaba tan buena como otros días
y tus sobrinas te agotan,
que sí tuviste que hacer la compra
en el Hipercor de Carabanchel
y subirla sola a casa,
que si tu ex no quiere irse,
que si tus hermanas te protegen de mí
o de lo que podría llegar a ser otro fracaso...
Y mejor no hablemos de la cara de tu madre
al decirle que volverías a estar soltera.

Que si,
que tenemos motivos de sobra
para rallarnos
y ver la vida en blanco y negro,
pero si te subes a mi nave
prometo ser el capitán alegre
de todos tus domingos
y curarte la pena,
desnudarte sin tocarte
-de ropa y de miedos-
y correrme en tu boca
-aunque sea por teléfono y no te guste-,
y quedar cada quincena de Diciembre
en la plaza de Chueca
como si no nos conociéramos,
y vivir los domingos como viernes,
y empezar el año nuevo
siempre contigo.

Y que en Palma hace frío.
Anoche tuve concierto.
Todos me preguntaron por ti.
Bebí demasiado.
Hace resaca.
Voy a grabar un vídeo con Pedro Andreu.
Esto no es un poema.
Sigo echándote de menos.
Tienes las llaves de mi casa. 
Espero que te hayas olvidado
que era domingo y estabas triste.

Mañana vuelvo a la ciudad.
Quiero verte.
Vamos a dormir juntos.

Diego Ojeda


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