sábado, 30 de octubre de 2021

Expectativas y decepciones

 Decepciones...

Siempre lo digo y soy fiel en mi creencias. Una decepción duele más que cualquier enfado. Es como un golpe que no te esperas, un derechazo en toda la cara. Un jarro de agua fría a las dos de la mañana en pleno diciembre. Un disparo que no sabes de donde viene y te hace caer, asustarte y no salir ileso, Es algo que no te esperas, que te quedas frío, te congelas, te quedas quieta, el cuerpo no reacciona, y tu cabeza busca explicaciones, muchas, todas las que tu imaginación fabrique. Teorías por doquier. Razonamientos ilógicos. La empatía toma el mando, "si yo estuviera en su lugar..." pienso, "jamás hubiera hecho eso" me respondo. Y una nueva hipótesis, que da también negativa y piensas. Lo consultas con la almohada, se lo cuentas a tu pareja, hasta se lo dices a tu madre... Pues depende de quien sea la decepción, duele más o menos, tarda más en disiparse o se agarra con fuerza a cada una de tus neuronas haciéndolas trabajar como los elfos de Papá Noel en Navidad...

Y la misma respuesta... "No, no puede ser". Y te pierdes un laberinto, es más, escuchas la lluvia de la calle como si fuera quien te marcara el ritmo de tus pensamientos. Pones atención y escuchas. No, la lluvia no es suficiente. Te levantas, miras por la ventana... "Pero...¿cómo?" y te vuelves a acostar. Consigues dormirte, pero te levantas con el mismo run run con el que te acostaste. Y decides dejar el tema puesto que no encuentras respuestas a las preguntas que van cogiendo forma en tu cabeza.

Y sí, un derechazo, un "flash" que te hace recordar otras muchas decepciones y cómo sobreviviste a ellas. En mi caso, echándome a un lado. Puesto que una persona así no la quiero cerca ni que forme parte de mi entorno. ¿Discutir? Es gastar saliva innecesaria. La experiencia me ha constatado de que si el otro dice que lo ha hecho y que no es para tanto, o no se apea de su burro o siente que todo lo ha hecho de maravilla, o simplemente es un egoísta que le tenías en alta estima y hoy te has dado cuenta de quién es en realidad... Nunca merecerá la pena una discusión. Jamás. Porque no llegaréis al mismo puerto. Porque el enfrentamiento dará lugar a un enfado, a un "y tú me dijiste", a palabras que realmente no deberías haber dicho o que escuches palabras que sí que te creen un daño innecesario porque podrías haber optado por la primera opción, pasar del tema y seguir con tu camino sacrificando a esa persona. Sacrificando no es esa palabra, pero sí haciéndole la cruz y se acabó la historia.

Los dos caminos son dolorosos si a esa persona le tienes aprecio, si la quieres o lleva mucho tiempo contigo. Pero es que nadie se casa con nadie. Ni un esposo con una esposa o viceversa. Las decepciones están ahí, son frutos de nuestras expectativas que muy rara vez se cumplen. 

Resumiendo, las decepciones que nos da la vida podrían llegar a ser hasta culpa nuestra por confiar en quien no debemos o simplemente crear esas expectativas de las que hablo. Nadie es más que nadie. Nadie se merecería ponerlo en un altar puesto que todos somos humanos y está en nuestra naturaleza errar. Es la vida. Pero supongo que es inevitable sentirme dolorida, cansada y un poco pensativa cuando de nuevo, otra decepción, ataca.

¿Camino a escoger? Seguir el mío, echarme a un lado y mirar siempre hacia delante.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.