miércoles, 16 de febrero de 2022

Un día en el médico, o dos... O tres.

 Escribo y borro, escribo y borro... Si estuvierais leyéndome en el WhatsApp, pondría: "Escribiendo..." todo el rato. 

He dudado si comentar esto, he dudado si hacerlo público, pero al fin y al cabo, no me conocéis. Solo escribo lo que quiero escribir. 

Llevo unos días desconectada por temas médicos. Sigo con el reumatólogo, neurólogo, etc. Mi última consulta fue la del neurólogo, y fui a Móstoles ya que me lo aconsejaron por ser uno de los mejores. Me hicieron mil pruebas en un momento en la misma consulta. No hay sensibilidad ni en manos ni en un pie... En mi famoso pie. ¡Hago un inciso antes de seguir! Esto es para todas las personas que en algún momento dudaron de mi baja del pie hace unos meses, ojalá hubieseis tenido razón y hubiese sido un cuento, pedazos de gilipollas. 

Ahora sí, sigo. Me volverán a repetir las mismas pruebas de la mutua porque me dijo textualmente la doctora: "Es mejor repetirlas porque esas pruebas siempre salen a su favor, nunca dan los resultados reales", y le preocupó más mis migrañas constantes. Tras leer mis informes (antiguos), me ha quitado los antidepresivos que tomaba que, no me quitaban las migrañas, pero sí que me hacían dormir estupendamente. Me ha dado la vuelta a toda la medicación, además de recetarme unas inyecciones que me pondrán en la cabeza. Tengo también contracturas en las mandíbulas, en la zona de las orejas, los dientes apretados y una tensión que se palpa en todo mi cuerpo dejando inmóvil muchas zonas y por supuesto, doloridas. 

Me sorprendió que Neurología estuviera al lado de Psicología y Psiquiatría, además, ponía un cartel de Hospital de Psiquiatría de día. No sé, me sentí incómoda. La neuróloga, insisto, releyendo informes pasados, me aconsejó volver a terapias, en las cuales no creo. Para aprender a manejar situaciones que se me escapan de las manos y que mi cuerpo se resiente. Le dije que mi experiencia con los psicólogos no era buena, es más, he pasado por tres y ninguno dio la talla en mi opinión. Lo que he aprendido, ha sido fruto de mi esfuerzo. Posiblemente con ellos hubiera tardado menos tiempo en aprender cosas o me hubieran guiado mejor, pero no fue el caso. 

Con ella fui sincera. La vida no me gusta. Mi vida se basa en luchar contra todo y todos. Y sí, me sé las teorías. Cambia lo que haces para que el resultado sea distinto. Pero, hay cosas que no dependen de mí. Ojalá pudiera manejar todos los hilos de mi vida, pero no... No podemos abarcar todo. Y hay temporadas que tampoco podemos con todo. No es culpa de nadie, es que un soldado también se cansa de luchar en varias guerras a la vez, se cansa de no ganar nunca, se cansa de que nada salga a la primera.

Otro de los temas estrella fue la alimentación. Ahí no fui tan sincera. Soy celiaca desde hace muy poco y ya. Me preguntó por el ejercicio excesivo que hago, las cuatro horas que ahora son dos y las restricciones y dietas que yo misma me hago y me exijo. Poco más para saber que hay temas que me crean ansiedad, preocupación y desvelos por la noche. 

Me preguntó por mi relación con mi marido, amigos, familia, etc., etc... Ahí no me costó hablar, incluso nombré este blog. Pero se dio cuenta de que mi vida no son las fotos que publico en Instagram por ejemplo, que detrás de cada una de estas letras hay mucho dolor y que mi blog es el que me permite llevar muchas cosas de mi vida. Se percató de que no vivo sino sobrevivo. Y de que parece que hablo mucho y me expreso genial, pero que si me miras, en mis ojos solo hay puntos suspensivos queriendo gritar la verdad de lo que me causa migraña cada día, de lo que me provoca insomnio cada noche.

Me miró y suspiró acomodándose en su sillón y me dijo: "Patricia, eres muy joven para encontrarte así". Mientras yo pensaba en responderla, "si tú supieras". Porque en la actualidad, me encuentro muy tranquila, de verdad que sí, que después de todo lo que llevo pasado, ahora es el momento más estable que he vivido. Era una chica que tendría mi edad, o un par de años más. "Te voy a dar mi correo electrónico. Escríbeme si necesitas algo, si ves que el tratamiento no se ajusta me lo dices... Y si necesitas cualquier otra cosa, por favor, estamos para ayudarte".

Salí de allí, como cuando sales de terapia, tocada y un poco hundida y corriendo porque en la puerta me esperaba Maya llorando junto a mi padre. Me relajé al verlos, hice lo que hago siempre, corrí el tupido velo, y fingí que allí no había pasado nada, que el microclima que se creó en un momento jamás existió. Y que mis migrañas simplemente son una herencia genética. 

Por las noches, cuando Javi duerme y Maya también, nadie se engaña. Nadie. Y ya son muchos años conociendo a médicos que te hacen ese tipo de preguntas. Soy la única que también sabe qué sale en esos informes. Y una noche más, tenía algo en lo que pensar en vez de dormir... Una vez más, pensé en que algo, alguien, lo que sea que exista, me dé una señal para dar un giro a mi vida, para que me indique la dirección que he de seguir para no quedarme estancada en esto, en insomnio, migrañas y ansiedad.

Si alguien quiere hacerme entender qué es la ansiedad y pedirme empatía, conozco muy bien ambos términos, y uno de ellos jamás se da. Jamás. La ansiedad es una lucha en la que te pueden apoyar los demás, pero que debes librar sola porque está únicamente en tu mente. Tus miedos, tus frustraciones son tuyas y aprendí que si las llevas en silencio guardadas en una mochila, no afectan a nadie, pues... tienes y debes convivir con gente que no debe sufrir tus mierdas. Eso es así, sino acabarás amargando la vida a alguien más que ya lleva sus cosas también, y nadie tiene la obligación de aguantar ciertas cosas por mucho que te quieras, es más, si tú le quieres a él o a ella, da igual, harás lo necesario por evitarle todos tus demonios. Con que sepa que los llevas contigo es suficiente. Y con que sepa que hay días que esos demonios te consumen viva también, él o ella solo debe apoyarte, ni siquiera comprenderte. En mi caso, la gente no entiende mi guerra con la comida, y no pido que lo entiendan, es más, es MI guerra, de nadie más. Lo único que pido es que no me obliguen a comer lo que no quiero, ya está, es sencillo. Es la única empatía que se pide y es la única que se debe dar. Pretender que alguien te meta en una urna de cristal solo porque pareces frágil. ¡Ojo! Pareces, no es necesario.

Así que aquí lo dejo. Esta súper entrada que tardé en escribirla tres días porque no encontraba las palabras, de hecho, si la releo creo que podría ser más clara, menos explícita, más metafórica, pero esto es lo que ha salido... Es una parte de mí, es una gran parte de mí y siento que debía expresarla como mejor sé, dándole al teclado.



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