miércoles, 22 de junio de 2022

Comidas familiares

 ¿Sabéis lo que consigue la gente que opina demasiado? Que no se les cuente nada. Y la gente que habla de más, lo mismo. 

Esta semana fui al médico de obstetricia. El tocólogo de toda la vida, vaya. Seiscientos gramos en un mes he cogido. El bebé está bien, tenía un latido asombroso. Podría ser una pieza de música perfectamente. No cojo peso. Podría ser de la neumonía, de los continuos vómitos o simplemente de los problemas que atormentan mi mente, de las noches de pesadillas, de los largos días de llorar en silencio. Podrían ser un montón de cosas. Pero con un niño o niña tan grande, sobre todo en el tercer trimestre, tiene que coger peso. Así que, la futura mamá ha de dejarse de tonterías y ponerse a comer.

No puedo. Por más que lo intento... no puedo. La comida la empiezo a relacionar con encontrarme mal, con vómitos, con tos... Y si ya me miro al espejo... Que asco me doy. La verdad, es que en las últimas semanas, vuelvo a entrar en ropa que ya había descartado para los siguientes meses, y lo único que me engorda es la tripa, que empieza a molestarme por las noches.

Bueno, pues lo que os contaba. Tengo a mi madre detrás cebándome cual cerdo preparado para la cena de Navidad. Todos sabemos los problemas que tengo con la comida, además de ser celiaca, intolerante, etc... más problemas. No he pedido opinión a nadie. No he preguntado nada. Por tanto, no quiero opiniones que no son pedidas. Y por supuesto, he acordado con Javi, que a partir de ahora, las cosas que nos digan lo médicos, incluido el sexo del bebé, se quedará para nosotros. Toda información, se quedará en casa. 

Así nadie cuenta nada, nadie opina nada y nadie tendrá la oportunidad de meterse en aquello que ni le va ni le viene. Padres somos dos. Los demás son todos ajenos, es más, quiero que lo sean de alguna manera. Ojalá estuviera rodeada de gente como mi padre, que escucha, mira y calla. Solo habla si se le pregunta (hablando de este tema, porque en otros... también se mete. Dos que duermen en el mismo colchón...).

Es horrible la sensación de estar acabada, de estar hundida y que vengan y te intenten rematar. Es una saturación que no tiene límites. Estoy tan cansada de todo el mundo. De todos, ya no tengo ni fuerza ni ganas de contestar a nadie. Parezco exagerada, pero quien me conoce, y conoce a mi entorno, lo entiende. Hasta amigos de Javi, han empezado a empatizar conmigo. Cualquiera que se siente a escucharme, reconoce y entiende que esté así. ¿Cómo sobrevivo? No tengo respuesta a esta pregunta. No hablar, de decir nada, aunque sea por cansancio, también pasa factura. Todo lo que se queda dentro, se enquista, y acaba saliendo como lava. 

La solución momentánea a todo esto me la ha dado Instagram: restringir.



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