lunes, 13 de junio de 2022

Y qué suerte

 Le abracé fuerte porque ahí me sentía como en casa. Porque por un momento sentía paz. Y es verdad que la necesitaba más que nunca. Me agarré sin querer soltarme, porque hay abrazos que te salvan un poco de todo, aunque solo duren unos segundos. No quise separarme, porque hay veces que necesitas agarrarte fuerte para sentir que no estás sola, que todo va a ir bien, y que aunque todo flaquee, hay alguien ahí que te sujeta. Le abracé en un instante donde casi me caigo, donde el vértigo se apoderaba de mí, y donde no sabía por dónde seguir. Y me agarró tan fuerte que, en ese momento, supe que no me soltaría jamás. Pasase lo que pasase. 

Y qué suerte.



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