sábado, 25 de junio de 2022

No somos de móviles

 Y no, no lo somos. Odiamos con todas nuestras fuerzas ese artilugio que te mantiene atado al deseo de los demás. Nos gusta la soledad, la independencia y no estar pendientes de las vidas ajenas. Esa soy yo, y esa es Sonia.

Ayer, estuve más de cuatro horas al teléfono. ¡Más de cuatro horas! Sí, y no nos gustan, lo repito. Pero lo necesitábamos. Hablar con ella es terapia. Es que te coja y te diga las cuatro cosas que no te gustan y después... te diga, "es por ti, porque tú eres lo primero". Es esa persona que te busca para que te des cuenta de que tu vida es solo tuya y lo demás, son complementos que puedes llevar o no. Que todo lo que nos rodea son decisiones que podemos tomar. Si algo en la vida no nos gusta, no estamos bien, no nos conviene o no nos apetece, ¡corta! 

Es de las mías, al decir que mande a la mierda a todo el que entorpezca mi camino. Sonia, habla... aquello que todos pensamos y que no nos atrevemos a decir porque es políticamente incorrecto. Todos, sin excepción, tenemos un punto egoísta. Todos buscamos nuestra manera de estar bien, de estar a gusto, de hacer lo que queremos y lo que nos apetece. Pero... la mayoría de las veces, choca con la sociedad, o con la persona que tenemos al lado o con las familias, y nos toca comernos cosas que no queremos. Pero hay días... ¡y qué días! Que no. Que no nos comemos nada. ¿Por qué tenemos que pasar por el aro de otro? 

Somos seres vivos sociales, necesitamos de otros. Pero no para el día a día. Cada uno tiene sus gustos, su forma de divertirse o entretenerse. No sé, nosotras somos personas solitarias que con nosotras mismas estamos bien. Por eso no hablamos a diario, no nos molestamos con llamadas, no somos intensas pero ambas, sabemos que estamos ahí para una tarde llena de confesiones, de palabras, de broncas, de consejos, de risas, de quitarnos mochilas pesadas... de soltar... Al final, ella es mi testigo y no solo de bodas, sino de mi vida. Ella es alguien que siempre está ahí, que va conmigo hasta el infinito y más allá, en un segundo plano. Donde nos dejamos esa individualidad que tanto nos gusta.

Me recordó quién era. De dónde he salido. La fuerza que tengo perdida y que tengo que volver a encontrar. Me recordó que quien me corta las alas y no me hace feliz, lo descarte, por mí. Porque al final la que está viviendo mi vida, soy yo. Sí, Sonia, somos egoístas, está mal decirlo, peor demostrarlo, pero no engañamos a nadie. Es mi momento. De sanar, de curar heridas, de curarme mentalmente, de mirar por mí y dejar de lado a todo el que opina o quiere entrometerse.. Hacer oídos sordos a todo el mundo. Sonia, me ha puesto las alas para que empiece a volar, y me ha dado el empujón necesario para que entrene de nuevo, para saber quién soy... otra vez. 

"¡Siete días! Siete días tuyos...". Ese ha sido el acuerdo con ella. "No discutas, observa tu vida, hacia donde va, pasa de todo y de todos. Dedícate a ti. Incluso, si es necesario, vete al pueblo y no te cargues con obligaciones de otro. Somos autosuficientes y tú, la persona más fuerte que conozco. Eres capaz de salir de todo. Siete días en plan contemplativa. Analiza todo lo que veas que no te gusta. Dilo... o no. Y toma decisiones. ¿No te gusta tu vida? ¿Te gusta? ¿Necesitas cambios? ¿Qué te falta? ¡Cámbialo! Tú siempre serás la primera, incluso por delante de ese bebé que aún no ha nacido". 

Estas palabras debería decírtelas alguien siempre. Siempre que olvides quién eres. Siempre que te descuides para entregarte a los demás dejándote a un lado. Los demás, insisto, son complementos a los que no podrás dedicarte en cuerpo y alma si estás mal. Hay que buscar las maneras de volver a estar bien, incluso en medio de la fiebre que ha vuelto de nuevo, incluso en medio de problemas económicos, familiares o de pareja. Hay que tirar de uno mismo, solo, para ser fuerte, evolucionar y darte cuenta que eres lo más grande que tienes.

Hablando las dos, vimos o nos dimos cuenta de las dudas que tenemos hacia qué camino escoger. Del miedo a fallar, a equivocarnos y me di cuenta, de que nuestro mayor temor es que nos mientan. La traición. Preferimos estar solas que traicionadas, rodeadas de personas que pueden estar tomándote el pelo. Cuando empiezas a filosofear, a unir cabos, a unir puntos, a recordar... salen dudas, inseguridades y tus mayores miedos... Eso, te hace replantearte tantas y tantas cosas, que así pasó, el tiempo voló y se nos fue de las manos. El..."¿qué tal estás de la fiebre?" se convirtió en un análisis exhaustivo de nuestras vidas. Necesario, muy necesario por otra parte. Una visión de fuera, a veces te abre los ojos, y aquello que temías verbalizar... se te escapa. Además, en confianza, como ya os digo lo políticamente incorrecto, también se habla. ¡Y qué gusto poder hacerlo sin una persona/juez que te esté juzgando! Al otro lado, simplemente, hay una amiga.




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