Sumergida bajo el agua, agita manos y pies buscando la piedra que su padre le tiró y que sirve por un tiempo de distracción.Más a la derecha un grupo de niñas intenta escapar de aquellos que con ahogadillas les quieren molestar. En la orilla, un bebe se moja las piernas, riendo y disfrutando de las gotitas que salpican. En el césped, tres adolescentes toman el sol, ojeando alguna revista y cotilleando sobre los últimos movimientos de los socorristas. Al fondo, un camarero argentino intenta ligar con una bonita sonrisa mientras dos chicas se comen un helado de manera sugerente. Se mezclan gritos advirtiendo a sus hijos de que si corren se pueden caer con diferentes tipos de música. A una señora le parece que el agua está demasiado fría o al menos es lo que en su cara se puede apreciar. Al lado de ella unos chicos quieren impresionar a sus ligues con unos saltos un tanto arriesgados. Otros, prefieren leer en su toalla y evadirse de donde están mientras su piel se broncea un poco más en aquella piscina. Una piscina de verano, de vacaciones. De la que se podrían escribir mil historias, mil anécdotas y la que nos hace un poco más felices solo por el simple hecho de ser eso: una piscina.
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