Ya ha pasado casi una semana, y me sigo sintiendo mal. Sigo pensando que he fallado, que no he sabido llevarlo, que no he sabido dar de mi lo que debía. Te echo de menos, más que a nada en el mundo, sin ti, me falta algo, tu olor, tus caricias, tus llamadas, el que estés conmigo... tus comidas incomibles, aunque sé que eres de la generación perfecta, lo sé.
Es increíble las bromas que se echan de menos, el día a día sin ti es gris, estable, sin alti-bajos, pero yo lo elegí. Supongo que había que escoger entre tu felicidad y la mía. Escogí la mía, y ahora no soy feliz. Jamás había apostado por mi, nunca quise ser egoísta, y ahí está el resultado, tú por tu lado y yo por el mío.
¿Pero qué puedo hacer si llegué al máximo sentimiento contigo, y este no era amor? Quizás una bonita amistad, alguien con quien compartir todo, pero jamás mi corazón.
Me siento cruel, despiadada, egoísta... Necesito que algún día me digas que me has perdonado, que no me guardas rencor. No me dejes, no me olvides. Date tu tiempo, que yo me daré el mio, pero quitame este peso que me está matando, perdóname.
Perdóname por no sentir lo mismo que tú, por no darte lo que te merecías, por no haberte regalado el mundo entero, por no haber sido justa contigo. No me odies, recuérdame, porque a veces el amor, el cariño, el respeto, el aprecio, la admiración, no lo es todo.
Tú recuerda, que te seguiré pidiendo en mi carta de reyes magos, solo es posible que tú aún no estés preparado para mi, o posiblemente yo, no esté preparada para recibirte y dejarte entrar en mi vida. Lo siento.
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