domingo, 27 de octubre de 2013

CAPÍTULO 4

RECUERDOS DEL PRESENTE

CAPÍTULO 4

A la mañana siguiente, me encontraba en mi cama, solo. Ella ya se había marchado, era lo bueno de este tipo de chicas, que pillaban el mensaje a la primera. Las conoces, las ves, te hacen el servicio de la noche, y si te he visto no me acuerdo. Lo único que echo de menos, es la fogosidad de las españolas en la cama. Las inglesas son frías hasta en este tipo de cosas. Desde que llegué a Londres, no me había hecho del todo con su humor y con el sexo inglés.

Me duché y salí hacía el trabajo, en mitad del camino, el móvil sonó.

-          - Buenos días Nelson.
-          - ¡Serán para ti! Ayer me dejaste solo.
-          - ¿No cayó la rubia?
-          - Estuve hablando con ella hasta las dos de la mañana, pero no. ¿Y tú qué?
-        -   Yo nada, ya sabes, más de lo mismo, tengo que dejarte, hablamos. Adiós.

Pobre Nelson, no se come una rosca nunca y eso que él es de aquí, debería entenderse más con las inglesas.

Ya en el despacho, hay cada vez más pedidos de calefacciones y de aires acondicionados, esto supone contratar más gente. Una mañana intensa de entrevistas, nuevas caras, y ninguna fiable del todo. Pero quien no arriesga no gana, de momento he tenido buen ojo con mis trabajadores. Tengo un trato entre manos con un posible socio, esto haría que mi pequeño negocio creciera más del doble. Solo tengo que llegar a algunos acuerdos, que se están complicando, pero con esa fusión y ese socio, este negocio me daría más liberta y menos dolores de cabeza. Me convertiría en el jefe que siempre he soñado ser.

Llaman a la puerta, y aparece una mujer despampánate, una diosa de la belleza con unas curvas que mis ojos siguen de arriba abajo y me hacen perder el sentido.
- Hola, me llamo Rose, ¿se puede?
- Claro que sí. Es un placer tener a mujeres tan bonitas como tú por aquí.

La chica se sonrojó.

Siéntese por favor, ¿en qué puedo ayudarla?

Rose abrió su maletín y sacó un montón de folios escritos. Eso sí, su forma de vestir no me gustaba. Odiaba a esas mujeres que intentaban vestirse de hombres para cerrar tratos o ser las mensajeras de grandes empresas. Pero en este caso, esa falda… me daba mucho que pensar y aún más, me daba mucho que imaginar.

Vengo de parte del señor Klim para hablar del asunto de fusión de su empresa y la nuestra. Estos son los impresos que me ha dado mi jefe y que debe revisarlos y firmarlos para que la negociación se lleve a cabo.
¿Es usted su representante?
- No, su secretaria.
- Secretaria ¿eh? – la cosa se ponía más y más caliente.

Rose sacó unas gafas para indicarme donde debía firmar y donde venían todas las clausulas del contrato. Esas gafas la hacían muy interesante, lo que no me dejaba concentrarme en leer todos estos papeles.

¿Qué le parece si la invito a tomar algo y después miramos juntos esto?
- De acuerdo – dijo sonriendo, con una mirada picaresca.

La serví un café en mi despacho, era bastante tarde ya, de hecho había anochecido, cuando me di la vuelta para entregarla su café, vi que se había deshecho el moño tan serio que llevaba y los primeros botones de su camisa estaban siendo desabrochados.

Mucho mejora ahora.

Dejé el café a un lado, retiré todos los papeles de la mesa y la besé apasionadamente, y si es verdad que a las chicas les gustan los chicos con traje a nosotros nos pone las chicas vestidas muy serias, estilo Ally Mcbill. Aunque no me gusten esos trajes, siempre existen excepciones.

Firmé todos los papeles sin apenas revisarlos, ya que eso del papeleo siempre me ha resultado tramites sin importancias y muy aburridos y Rose se los llevó aquella misma noche, tras haber pasado un momento bastante interesante y bastante divertido. Al despedirnos, me guiñó un ojo, preciosos ojos verdes.

Por fin ya tenía un socio, y una gran empresa entre manos. Llamé a Nelson para celebrarlo.

Nel, esta noche invito yo.

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