martes, 26 de mayo de 2015

Jabulani

Aquel balón lo quería España.
Aquel balón dorado envenenado
como una trucha viva en las manos de los porteros,
como si estuviera jugando con ellos, quería España
porque era quien mejor lo trataba.

Suspiraba por la cosquilla de la hierba
sobre su lomo como un caballo tumbado
y se rebelaba -comenta en la ventisca o topo inesperado-
cuando no conseguía zafarse de la triste coz
del otro fútbol,
de los pies como martillos.
Por eso no obedecía y se pensaba
adoquín contra los embajadores de lo práctico.

Amaba la lentitud
de las mejores historias de amor
toque tras toque,
le gustaban las caricias
de los que saben amantes
toques suaves,
soñaba que la vida acabara con un beso
enamorado a la red rival.

Aquel balón quería a España.
No hay otra explicación.

Marwan


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