domingo, 24 de marzo de 2019

Lo de siempre

Hoy domingo me cuesta ponerme ante el teclado y dejar que mis sentimientos fluyan a través de mis dedos. Esta a semana ha sido dura, en todos los aspectos. Creo que he pasado por todas las emociones que se le permite al ser humano, incluso creo que he creado otras nuevas.

La mayoría de mis amigos no se han enterado, otros, era inevitable ya que con una mirada o un "hola" en un mensaje saben leer todos mis pensamientos. A otros los he evitado, y es que ya sabéis, que cuando hay un problema o un problemón y más si siento que me queda grande, me encierro en un caparazón del que pocos tienen la llave. En él me permito llorar, me permito decir que no puedo más, y encuentro la soledad que necesito para seguir luchando. No os voy a contar mucho más, porque ya os digo que no puedo, quizás tenga barreras, quizá esté rota, quizás... quizás... Como siempre, un montón de teorías que no llegan a nada.

Qué fácil son los problemas de otros. Qué fácil me parece ponerme en su piel, e intentar ayudarles desde su posición, y a la única que olvido, que no entiendo, y que no me pongo en la situación, soy yo conmigo misma. Llego a un punto de abandono por elección propia. Ayer hablaba de ello con un amigo. No me siento sola. Tengo amigas, y amigos, que no me lo permiten, que no me dejan estar sola. Que se quedan a mi lado, y esperan a que yo decida el camino por el cuál me tienen que acompañar para superar obstáculos. Pero, la gran mayoría de veces, sonrío, finjo y digo... "es lo de siempre" y pasamos a otro tema. Supongo que es mi camino fácil.

Pero hay alguien con el que no me cuesta abrirme. El último en llegar, y que me perdonen los que llevan más de diez años a mi lado, pero nuestra "relación" empezó así, abriéndonos y contándonos los problemas. No sé si es un buen empiece, no entiendo de eso, no me atrevería a valorarlo. Pero te has abierto, porque es fácil, te lo pone fácil. No te conoce del todo, no puede juzgarte porque le falta saber cómo has llegado a ese punto de inflexión con tu vida. No sé explicarlo mejor. Es raro. Sí, lo reconozco. Quizás es más fácil contárselo a él porque no siente lo mismo por ti, cómo puede sentir un amigo que te ha visto crecer, que te ha visto luchar desde que tenías uso de razón. Creo que es imposible que lleguemos a importar a alguien que conoces de meses. No lo sé, puede haber un cariño, pero creo que es distinto, y te escucha, y se para aconsejarte más objetivamente que quizás el que se enfada con tu enfado, el que se contagia de tus lágrimas y tristeza. Me gusta la sensación de poder contar a alguien más externo lo que me pasa, ya os digo que es más fácil, aunque me de vergüenza en ciertas ocasiones, pero es que nuestra relación nació... hablando. Se nos da muy bien, supongo que porque a él no le gustan los silencios y a mi me gusta escuchar. Que esa es es otra, me gusta escucharle, aunque estos días hayamos intercambiado los papeles.

Es una reflexión que quería dejar escrita hoy domingo, porque lo que me gustaría contar de verdad, no se puede. Intentar aprender de esto, no cerréis puertas a nadie. A veces, encuentras a personas que te sorprenden porque se salen de los prototipos, de tu experiencia, y ¿sabéis cuando más sorprenden? Cuando se quedan.


Patricia Izquierdo Díaz


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