domingo, 9 de mayo de 2021

Los amores pasionales

 Me dicen a menudo que podríamos haberlo hecho con calma, pero nadie sabe lo que es sentirse un proyectil hacia tu boca, sentir lo que sucede cuando te moja la locura, sentirnos dos agentes explosivos.

¿Calma?

¿Cómo iba a haber calma entre nosotros si ella era una de esas personas que apaga los incendios con un lanzallamas y yo uno de esos imbéciles que se ponen cada tarde un chaleco empapado en gasolina por si una espalda incendiada, por si una chispa de ternura?

¿Cómo iba a haber calma? Dime.

¿Cómo iba a haber calma si solo buscábamos prender y el deseo es una fuente de energía difícilmente renovable?

¿Quién quiere sosiego cuando la felicidad te habla a ti y se resume en un sexo que descorchas?

¿Cómo iba a haber calma? Dime, ¿cómo?

Si ella era alérgica a la calma y yo adicto a sus incendios.

No podía haber reposo porque después de cada noche nuestro nombre era ceniza.

No iba a funcionar jamás. ¿Cómo iba a hacerlo si en sus ojos no cabían ya más despedidas?

¿Cómo iba a salir bien si ella era aficionada a los mensajes a deshoras y yo odio esos amores que prometen por la noche y olvidan por el día?

No iba a funcionar porque fuimos felices y no nos enteramos.

Guardad vuestros consejos, no me vengáis con asambleas si no sabéis lo que es tocar una piel y quedar desintegrado.

Sabéis, como yo, que aquello no iba a funcionar.

Lo sé porque nunca vi escrito un "tal vez" en los renglones de su boca y ella y yo éramos misiles tierra-aire, ese tipo de personas que se elevan al cielo dos minutos antes del momento de explotar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.