domingo, 21 de julio de 2013

CAPÍTULO 1

RECUERDOS DEL PRESENTE

CAPITULO 1

Hacía calor, caminaba por las solitarias calles de esta gran ciudad tan llena de gente, Madrid, solo, pensativo, echando la vista atrás. Una persona se me acercó pidiéndome fuego, lo despaché simplemente con un gesto que indicaba “no fumo”. Mi vida acababa de perder su sentido. Lo que más había querido en casi cinco años, acababa de marcharse, posiblemente para siempre.

- Las cosas cambian Alex. Tú has cambiado, yo también. Y sólo deseo vivir la vida, vivir mi vida.
- ¿Acaso no podemos compartir nuestras vidas como siempre habíamos soñado? Me lo prometiste. ¿Recuerdas esas vacaciones en Londres?
- Alex… voy a empezar la universidad, quiero estudiar, salir, bailar, vivir… y lo siento, pero ahora mismo no tengo tiempo para ti. – intentaba explicarse como dando la sensación de que las escusas se le estaban acabando.
- Dime que no me quieres.
- Te quiero, no seas tonto, pero las cosas cambian y he de hacer cambios en mi vida, en mi entorno. He de tomar decisiones difíciles y sacrificar algunas cosas, que para mí han pasado a ser segundo plano- dijo como si acabara de meter la pata, como arrepintiéndose de lo que acababa de decir, pero sé que había sinceridad en sus ojos, aunque intentase recular - Si lo quieres entender bien y si no lo siento. La decisión está tomada – dejó caer mientras se levantaba y la veía irse.

Así me dejó Cristina, hace apenas unos minutos. En este momento estoy perdido, sentado en un banco, mirando y pensando a la vez que me fijo en una pareja de ancianos. Cris, tú y yo podíamos haber sido ellos. “La decisión está tomada”, sus palabras resuenan en mi cabeza, necesito hablar con alguien, tengo que llamar por teléfono, pero ¿a quién? Ahora mismo no puedo creer que me haya dejado, sin aparente motivo. Simplemente soy su sacrificio de su nueva vida. No es justo. La hubiera hecho feliz, la hubiera dado mi vida, mi tiempo y todo mi amor.

Llego a casa, mi madre se encuentra donde la dejé, como odio esos programas de cotilleos. Sin embargo a ella la dejan anestesiadas, casi no se entera de mi llegada, lo que me da ventaja para entrar en mi habitación. Mi habitación. Llena de fotos nuestras, nada más entrar encima del cabecero de mi cama, un cuadro de nosotros. Esa imagen me lleva al recuerdo de nuestro primer aniversario. Un libro suyo en mi mesilla, que semanas atrás había insistido en que leyera. Necesito música. Enciendo la minicadena y comienza a sonar el CD que me regaló, el de nuestro primer concierto juntos de Fito y Fitipaldis, ella era una autentica fans de ellos. De ese concierto aparecen recuerdos y más recuerdos como si estuviera viéndonos en una película. Me tumbo en la cama, miro el techo. ¿Qué hago a partir de ahora? Mi vida estaba ligada a la suya, miro el futuro y está ella, en cualquier parte. Es extraño, no nace ni una lágrima de mí, no me lo creo, no es posible. Ayer estuve con ella, y éramos la pareja perfecta de siempre, los besos salían solos, los abrazos se desprendían de ambas partes. Y ahora me encuentro solo en la cama, en una habitación vacía y a la vez, llena de recuerdos, llena de su aroma. Recuerdos que vienen y van sin ser llamados. Tengo la sensación de que mi vida se ha acabado aquí, ya no hay más. Planes rotos, planes cancelados, planes a muy largo plazo, todos y cada uno de ellos cancelados, en un abrir y cerrar de ojos. Mi futuro, cancelado.

No puedo quedarme en casa, tengo que salir, tengo que buscar a mis amigos. Aunque me da vergüenza, sé que en estos últimos años no he sido un modelo de amigo ejemplar. Mi vida, mi mundo era solo ella, todo lo demás era secundario. Creo que cada pensamiento en mi cabeza, me hace pensar en lo estúpido que fui, en los errores que cometí, y lo feliz que era sabiendo que los cometía. Porque era ella.

- ¡Ey! Alex, ¿Qué pasa tío?
- ¿Qué tal Javi?
Siempre habíamos sido grandes amigos, pero no era el momento de retomar esa amistad, en este preciso momento no. Debía escapar de él en segundos.
- A ver si nos vemos, ¿no?
- Claro, tengo prisa. Nos vemos.

Cogí el coche que estaba aparcado a la vuelta de la esquina de mi portal, tenía que irme, y sabía a dónde, sabía con quien debía estar. Sólo necesitaba estar con alguien que estuviera conmigo, sin preguntas, sin cuestionarios, sin insistencias.

Abrí el coche, me metí y arranqué, y casi sin mirar salí del aparcamiento dirección a las afueras de la ciudad, no me importaba ir lejos, sólo la buscaba a ella. Ella siempre me había demostrado que estaría conmigo en todo, me conoce y son muchos años juntos. En este momento necesito una amiga, no un montón de colegas que me digan hay tantas chicas como amaneceres.

Saliendo de Madrid y entrando en Fuenlabrada, cuando me aproximaba a su barrio, la llamé.

- ¿Qué haces?- la dije con toda la felicidad del mundo que pude.
- ¡Hola chico guapo!
Su voz era feliz, me infundía paz, siempre lo hacía, seguridad también y confianza, sobre todo confianza en mí y en nosotros.
- Bájate un rato, en unos segundos paso por tu puerta.
- Ok, pero ¿pasa algo? Estás raro.
- Baja anda, no tardes.

Colgué en seguida, la conversación no podía seguir, no era lo adecuado, aparte de infligir las normas de tráfico “conducir a la vez que hablas por teléfono”, estaba ya casi en su casa. Giré rápido para meterme en su calle, desde que monté en el coche la velocidad había sido mi aliada, pero era el momento de frenar y relajarse, y más cuando la vi allí, en su puerta esperándome. Obediente, buena chica y mejor amiga. La hacía feliz sólo una llamada mía, la hacía muy feliz que quedara con ella, yo un chico tan ocupado, que encontrara un hueco para ella. Pero nunca se enfadaba, siempre lo entendía, sabía lo enamorado y lo gilipollas que estaba por Cris. Y aún así, aún a veces dejarla de lado, como a todos mis amigos. Noe, siempre estaba ahí.

- Hola Noe.
- ¿Dónde me llevas?
- Al fin del mundo.
- ¡Qué miedo!
- ¿Sí?
- No, contigo nunca, confío en ti, ya lo sabes.

La acaricié, sólo dando las gracias por tenerla al lado ahora mismo. Salimos del centro de Fuenlabrada, con destino a un parque llamado Los Pinos, donde las aves viven a sus anchas, los pavos reales caminan junto a las personas, siempre con máximo respeto por ambas partes. Ese parque me encantaba por su naturaleza, por su historia, por las historias que intuías al pasear por allí, por las que se formaban alrededor de la casa de los patos. Era el lugar adecuado. Aparqué en el sitio primero que vi. Los dos salimos del coche a la vez y fuimos al lago, donde familias daban de comer a los patos y a otras aves. Caminamos en silencio, simplemente paseábamos, disfrutábamos de la compañía y del lugar, hasta que encontré el sitio perfecto, un banco algo aislado a la sombra. Tras un rato en silencio la miré, estaba guapa hoy, tenía una sonrisa preciosa, era el momento de contárselo. Sabía que la había hecho feliz pidiéndola que pasara la tarde conmigo. Había llegado el momento de estropear su buen clima y su buen humor.

- Noe…
- ¡Dime! – me dijo sonriéndome. Su mirada intuía algo, y sabía que era mi turno de palabra.
- Me ha dejado Cris.
Ella me miró incrédula, se había quedado sin habla, e incluso me dejó ver su mirada de asombro tras sus gafas de sol. Pero no me dijo nada, espero a que siguiera. Eso era lo mejor de ella, sabía qué hacer en cada momento y sabía que era el instante de tan solo dejarme hablar y ella, escuchar.
- Aún no sé por qué exactamente, pero así ha sido. Me llamó a las dos, para quedar con ella a las cuatro, justo después de comer, en nuestro parque, en nuestro banco frente a la fuente del ángel.
La expliqué nuestra conversación y todo detalladamente, lo que me había dicho ella, lo que yo había hecho, todo.
- ¡Vaya Alex! Jamás lo hubiera predicho.
- Yo tampoco, las cosas cambian como dice ella. No volveré a encontrar a nadie como ella. De hecho no quiero encontrar a nadie, sólo la quiero a ella. Sé que
has pasado por esto, o por algo parecido, y sé cómo has estado y como lo has ido superando, y también he visto como no has vuelto a salir con nadie. Mi futuro, já, ya no tengo futuro.
- Siempre hay un futuro, el tiempo nos lo va dando, nos guste o no. No existe un destino escrito, solo el tiempo que pasa y pasa. Y tenemos que ser listos de aprovecharlo. No te tomes esto como un fallo o un error, tú no has tenido nada que ver. Quien ha tomado la decisión es ella, y si ha salido así, es porque ella lo ha decidido y si la quieres, respeta su decisión. Y lo mío, era totalmente distinto, algunas no tenemos la facilidad de volver a encontrar a alguien o no tenemos el físico que predispone a los chicos a invitarte a una copa. Así que no mezcles las dos experiencias, no te apoyes en la mía para cerrarte ante el mundo Alex. Y ella es la que lo ha querido, asique, insisto, respeta su opinión.

¿Respetar su decisión? La teoría es genial, pero la práctica no lo va a ser tanto. Los dos continuamos mirando el horizonte, eran casi las 8 de la tarde y ninguno hizo ademán de moverse del sitio.

- Noe, estoy perdido ahora mismo.
- Es normal cariño, pero pronto lo irás viendo de otra manera, date tiempo Alex, no corras y no cometas errores, deja que el tiempo fluya.
Mira ahora no ves futuro, mañana llorarás, después lo verás todo negro y será el momento en que tengas que decidir, si sigues adelante o te rindes. Si te rindes, será tu fin, si sigues, volverás a ver un rayito pequeñito de sol, pronto verás algo más de claridad y más adelante encontrarás a tu sol, que de nuevo te vuelva a iluminar.
- No creo que haya un sol como ella – interrumpí.
- Cierto, porque cada uno tenemos una iluminación y un resplandor distinto, no hay dos soles iguales. Eso es lo que nos hace especiales a cada uno.
Además, ¡mírate! Eres un hombre diez, un chico guapísimo, ¡eres un pivón!, ¿quién no querría estar contigo?
Me hizo reír, siempre lo conseguía, sé que aparte de las bromas, a ella le había afectado. Siempre me ha demostrado que me quiere, y que por mi haría lo que fuese. Es genial. Mis problemas son tus problemas, solía decir, y así me lo hacía ver siempre.
- Prométeme Noe una cosa.
- Claro, lo que quieras.
- Si seguimos solteros a los 30, nos compraremos una casita lejos, y estaremos juntos siempre.
Rompió a reír a carcajadas. Y me cogió las manos muy fuertes.
- Creo que no tendré ese privilegio. Estoy seguro que ahora mismo tienes a un montón de chicas guapísimas, que querrían compartir contigo esa casa.
- Pero soy yo el que elijo. Así que enhorabuena, te llevas al solterito de oro.
- ¡Yuhuuuu!
Se levantó de un salto y me tendió una mano.
- A cambio, tú prométeme que siempre seremos amigos.
- Eso no hace falta que te lo prometa, sabes que así será – mantuve un silencio en el que reflexioné sobre esto último – aunque a veces no te lo demuestre.
- Sí me lo demuestras. Es cierto que a veces soy un poco exigente contigo, pero solo lo hago para que veas tus errores. Sé que eres mi amigo, y sé que siempre estarás ahí, aunque sea detrás de un móvil, o detrás de una pantalla de ordenador.

¿No es fantástico? ¿No es increíble, que alguien te lo ponga todo tan fácil? Esto me hacía dudar de mí, porque con Noe, siempre va todo bien y Cris… que a ella la amaba, no. ¿Por qué no valoraría Cris todo lo que hago por ella tanto como Noe? Montamos en el coche, y la llevé a su casa. Miré por el retrovisor que no vinieran coches, y me quedé parado en frente de su portal.

- ¿Te vas?
- Sí, pero llámame todos los días, estaré en mi pueblo pendiente de mi móvil. Vente unos días, por favor- me pidió haciéndome morritos.
- Eso es difícil, pero gracias por esta tarde – dije acariciándola la cara.

Vi unos faros que se acercaban a mi coche, la abracé y las di un par de besos, ella me devolvió la caricia y acto seguido, descendió del coche, se despidió de mi con un gesto con la mano.
El verano pasaría sin volver a verla, la echaría de menos, pero no podíamos hacer más el uno por el otro. Las desgracias vienen a pares. Y cómo decía ella, siempre estará el móvil, en este caso tan sólo el móvil, porque el internet, era un asunto complicado en un pueblo de montaña.

El verano pasó, la llamé cada día para saber de ella, y simplemente para contarla toda novedad por pequeña que fuera, me hacía sentirme feliz solo con oírla y poder desahogarme con cada estupidez que pensaba. El tiempo pasó y empezó a ir a la universidad. Los días se hacían más cortos. Empecé mi módulo, retome mis estudios, ansiando un futuro distinto, en el que seguía sin ver ese rayito de luz, y mientras ella estaba de exámenes, me sentía algo solo, buscaba en otras algo, que no encontraba. Nadie se igualaba a Cris, porque su recuerdo volvía, por suerte ya no tan a menudo, pero aún volvía, y a veces con gran intensidad.

Empecé con mis exámenes, y me puse en serio a estudiar, aunque algunos días era imposible, Cris andaba por mi mente a su antojo, y de Noe ya casi no sabía nada. Fueron los estudios mi sustento en esta época, mi cohete preparado para ser disparado a un futuro distinto, que aún no había ni pensado.



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