- ¡Oye! ¿Acaso has tratado con Cosmos? Porque pareces tomarte muchas molestias por intentar hacerme sentir una idiota cada vez que te veo. Y no te preocupes, no tienes porqué hacerlo, ya me siento una idiota casi todo el tiempo sin tu ayuda.
- Oye, perdona si he estado...
- ¿Qué?
- No creo que seas idiota, bueno... si hay ciertos aspectos ridículos en ti: tu madre es muy interesante y realmente eres una oradora terriblemente mala... y sueles soltar lo primero que se te pasa por la cabeza son tener en cuenta las consecuencias.
Comprendo que cuando nos vimos en el buffet de pavo, estuve imperdonable y terriblemente grosero y llevaba un jersey con un remo que mi madre me había regalado el día anterior, pero lo cierto es que... lo que intento decirte, con mucha dificultad, es que en realidad, a pesar de las apariencias, me gustas muchísimo.
- A pesar de que fume, que beba y tenga una madre vulgar y diarrea verbal...
- No, me gustas muchísimo... tal y como eres.
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