Haciendo un poco de limpieza en estos largos días de vacaciones, he encontrado un pequeño tesoro, algo que no recordaba ni que tuviera. Sí, una tontería, una carta de amor del año 2007, ¡una carta de cuando yo tenía 15 años!
La estuve leyendo y fue genial, fue recordar todo otra vez, pero desde una nueva perspectiva, una pasada... Ese amor... prácticamente dejado a un lado, pero nunca olvidado. Un autentico amor que duró unos diez años, y que se quedó ahí.
Con 15 años, tenía vitalidad, ganas de tantas cosas, tantos sueños... Siempre decía cuando yo tenga 20 años... haré esto y aquello, lo otro puede que también, y si se da la oportunidad, eso también lo haré.
Tengo 20 años, y os aseguro de que de todo lo que me propuse, se han cumplido muchísimas menos cosas de las que esperaba. ¿Es para deprimirse o no? Y es que nada cambia... hagas o no hagas algo por cambiarlo.
El mundo te tiene sujeto por unas cuerdas invisibles, que el entorno se encargan de mover, eres una simple marioneta, que te sujetas siempre a lo que debes hacer, y nunca a lo que realmente quieres hacer.
Por eso siempre imagino que alguien viene, se cuela en medio de mis sueños más escondidos, y me propone hacer una locura. En mi imaginación, siempre acepto, pero cuando pienso que todo puede llegar a ser real... llamarlo como queráis... la ética, la moral, la razón, la lógica, los demás... siempre hacen que pare... ¿esta es la vida qué esperaba vivir?
Patricia Izquierdo Díaz
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