Los amores imposibles están justamente para eso, para ser imposibles. Para soñar despierto con un corazón que no late al mismo compás del nuestro, para soñar con unos ojos que jamás nos miran, porque son ciegos, o porque somos trasparentes como el cristal.
Los amores imposibles nos hacen soñadores, eso es lo hermoso y mejor que por siempre sea un sueño, porque si llegáramos a despertar nos podríamos desilusionar.
Los amores imposibles nos convierten en soñadores, pero... ¿de sueños bonitos o feos? ¿Sueños que se transforman en pesadillas de los cuales deseamos cuanto antes despertar o sueños como cuentos de hadas que deseamos para toda la eternidad vivirlos y jamás despertar?
Los amores imposibles están para mantenernos vivos y eternos soñadores, o en su defecto, hacernos grandes estúpidos.
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