- Mira déjalo, no voy a intentarlo más ni a decirte más veces que te quiero. Porque me gusta quererte, disfruto viéndote, imaginándome conversaciones y paseos que no han existido... Dejémoslo en manos de la suerte.
- Llevas semanas persiguiéndome... y ahora dices que lo dejemos en manos de la suerte.
- ¿Sabes de esos bombos enormes de lotería? Pues imagínate que llenamos uno con un millón de bolas, con los nombres de todos los hombres del mundo. Pues estoy segura, de que si metiera la mano en ese bombo sacaría tu nombre. Aunque metiera nombres repetidos para hacer trampa. Sacaría el tuyo. Y eso, es lo que yo entiendo por suerte.
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