jueves, 16 de julio de 2015

Cerezas

Se muestra coqueta la luna durante su cuarto creciente en este verano que no llega. ¿Tendrá sueño? Los días son eternos, rige el Sol. El cielo se retuerce en atardeceres imposibles, dionisiacos. Es medianoche y todavía vemos las trazas de luz que quedan detrás del día. Casi huelen. El calor se acurruca todavía en los brazos de la primavera ahíta. Se asoma, se duerme, descansa en la noche. Será San Juan y el fuego llamará a su hijo que, inclemente, marcará el trimestre dejando sólo la verdad desnuda a la vista. Esa verdad son los cuerpos que deseamos, el torso de un joven, unos pechos de mujer. La verdad es la piel que resbalaba, que se pega y huele a vino, que se dora orgullosa. Eso es un ser humano y a veces otro igual lo reclama a su lado para compartir sus verdades propias en un lenguaje común, crudo y misterioso. Lo especial de este tiempo no es más que el sabor que queda en la boca tras comerse esa cereza.

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