Y cuando creas que al fin tomé un rumbo fijo, descubrirás que después de la calma siempre hay una tormenta palpitante. Quiéreme así, cuerda y loca, madura e infantil, entera y rota, porque las dos se complementan, una no podría existir sin la otra, y sólo los que conozcan mi peor versión y permanezcan a mi lado, serán los que merezcan disfrutar de mis mejores momentos.
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