La nostalgia es un secuestrador de emociones por el que sientes un profundo síndrome de Estocolmo. Tu vida recopilada en un diaporama en technicolor de brillantes imágenes donde no llueve ni hace frío, donde los sueños se cumplen, la gente canta sin desafinar y baila abriendo mucho los brazos. Como aquel día soleado que besaste por fin a tu amor platónico del instituto. Vuestros labios se unieron y en un mágico instante asomó por el horizonte un enorme sol de sonrisa bonachona.
Esa es la nostalgia, uno de los greatest hits de la historia. Pero los otros hits, los golpes, las desilusiones terminan por apilarse, desordenados, en el suelo del olvido.
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