Tenía algo pendiente que hacer. Ir al pueblo, a mi lugar favorito en el mundo, en invierno. Recuerdo que hubo varios años que íbamos todos los fines de semana. Pero entre unas cosa y otras, desde el verano, no había vuelto a ir.
Mi familia pensaba que era por el Repollo, quizás demasiados recuerdos, pero no. Los recuerdos más íntimos y bonitos los tengo con el motero. La primera vez que fuimos, había fallecido recientemente su perro. Y tenía un trancazo, que casi se despide de este mundo. No pasó nada entre nosotros. Nada, de hecho, la primera noche, la pasó en otra habitación. Hoy he vuelto al despacho donde dormimos. Donde le di un masaje, donde nos poníamos películas unas detrás de otras, y las veíamos. Hoy nos he visto allí. Y el estómago me ha pegado una patada en las entrañas. Si hubiera aprovechado esas noches... Si pudiera volver allí, a ese recuerdo.
Me gustaba dormir escuchando su respiración, es decir, dormir cuando él ya se había dormido. Me relajaba, me gustaba sentirme acompañada. Verle dormir era intrigante a la vez que apasionante. Estar con él, era una pasada.
El viernes lo pasé muy mal. Hay un televisor que llevó él, que venía de otra (de la de Alcalá), y bueno, nos veía a nosotros en la cocina haciendo pizza (él, yo no), en el jardín, en el despacho... En todas partes. Y escribí al bollo. El viernes fue insoportable y no conseguía dormir.
El sábado a la hora de comer, Superman vino a por mí, a escalar, me enseñó que el cielo no está tan lejos, está donde lo dejé antes del motero. Cerca, se puede acariciar desde el cerro del castillo. Me tienes muy consentida... Pero no sabes lo que te agradezco que estés a mi lado en momentos así. Mientras revivo recuerdos que para mi desgracia, son preciosos e imposible de borrar. Me has llevado a montar a caballo y casi matas a Marvel. Hemos probado mi coche nuevo por todos los caminos que hemos visto, me has llevado a comprar ropa nueva a Plasencia, y te has quedado a velarme durante la noche quitándome la manta y pegando unas ostias como panes.
Te quiero. Te quiero a mi lado, siete vidas más. En la montaña y en la playa, a caballo y en coche, en moto y en barco. Aunque eres un enfadica monumental. Gracias por sentarte a mi lado y dejarme llorar en silencio, porque ya no soy capaz de derramar ninguna lágrima por nada. Por sentarte a mi lado a ver La Resistencia de Broncano, mientras sabías que me dolía el pecho de una manera insoportable por estar donde estábamos. Por ver más allá de lo que mis palabras expresan.
El segundo paso es volver al pueblo de mi tía, a La Adrada. Esta vez quizá lo haga sola, pero es momento de ir recomponiéndose poco a poco. En Leganés, es aún más difícil, creo que jamás volveré a pisar la Chopera, ni el Libra, ni el chino de La Fortuna... Esos recuerdos tienen que ser recuerdos, guardarse en lo más profundo de mi memoria... Y esperar a ser olvidados o simplemente, a que duelan menos. Guardo cada uno de ellos como si fueran oro.
Otro paso importante que quiero dar, pero para ese no hay fecha. Sé que aún no estoy lista. Es para ver las fotos del año 2019, donde la primera carpeta es "El Tiemblo", creo que es con Samu, pero no me atrevo a abrir ninguna de ellas... Ni la de Lisboa. Ninguna. Es solo pensarlo y vuelvo a tener ganas de vomitar... (este motivo es la causa del enfado del Bollo). Pero no puedo evitarlo. Me encantan las fotos, creo que todos lo sabéis, y es por la misma razón que ahora mismo no puedo verlas, porque encierran en una imagen una historia... Más que una historia. Parte de ti, sentimientos, vivencias, recuerdos, pasado, personas... Gracias al cielo que no colgué nada en Instagram con él, porque borrarlo abría sido un golpe en la espinilla.
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