domingo, 12 de enero de 2020

Y al revés

Existen personas que, de repente, un día, deciden irse de nuestras vidas. Deciden alejarse, no ser los mismos. Así, sin motivos. Sin avisar.
Y supongo que cuando eso pasa no podemos hacer nada, lo único dejar que se vayan. Creo que la vida es demasiado corta como para rogarle a alguien que se quede, como para perder el tiempo insistiendo una y otra vez en que alguien vuelva a ser la misma persona de antes. Cada uno tiene sus razones para irse, para marcharse, para dejar de estar donde siempre estuvo. Y no somos nadie para cambiar eso.
Por eso un día dejé ir a quien quiso irse. A quien puso el orgullo por medio y le dejó que ganase. Dejé de perder el tiempo con quien no quería estar, y me centré un poquito más en aquellos que se lo merecían.
Con el paso de los palos, las experiencias, las decepciones, y todas esas cosas que aparecen sin avisar y nos cambian por completo, descubrí que quien quiere, siempre saca tiempo. Y a quien le importas, se le nota.
Y al revés, más aún.


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