sábado, 22 de febrero de 2020

Te invito a una cerveza

Qué viernes y qué sábado más bonitos. ¿Por qué? Porque a pesar de tener la vida que tengo, estoy rodeada de los mejores amigos que existen. 
Ayer necesitaba más batas para el cole, y le lié a él. ¡Al Bollo! "Venga y te invito a una cerveza si quieres", no se pudo negar. Él acabó invitándome a una cena en su casa, una barbacoa para alimentarme como dice él, que me estoy quedando en los huesos. Este tema prefiero no tocarlo porque ni él sabe que gran verdad soltó ayer.

Estuvimos con la manta en el jardín, mirando el fuego como se iba consumiendo poco a poco y como yo me iba quedando dormida hecha un ovillo sobre su hombre. Sentía como me besaba en la frente pero no me movía, no quería, necesitaba justo eso tras el viernes por la tarde. Las cosas en casa no es que mejoren. Y eso sí que lo sabe él.

Me quedé dormida hasta que me despertó y me echó en la cama. Me abrazó por atrás, y me pegué a él lo más que puse. Estaba a salvo. Esa noche dormiría muy bien por lo cansada que estaba y por tanto amor que me da. 

Y pensaréis... ¿el pollito? El pollito aparte de tener boda el sábado y de estar liado el finde, le fui sincera, necesitaba pasar tiempo con mi mejor amigo. Sincera es un decir, pero no le iba a contar mi drama familia, aún no, y a este paso, nunca. Me he despertado con un ojo hinchado y una ceja amoratada. No es momento de ver a nadie, ni siquiera de contarlo. Y estoy pensando que de ni escribirlo porque es la puta historia interminable de mi vida. No quiero narrarla más. Me aburre y supongo que ti que me lees, también.

Despertar con un cola cao, dos tostadas con mermelada y un zumo de naranja está bastante bien. Pero despertar con alguien a quien adoras por encima de todo, está aún mejor. Y si encima te besa, te mima, te arropa y te cuida, no tengo palabras. En este momento, me he callado y he desayunado con él al lado... y mi corazón de nuevo ha vuelto a bombear. Pensé que jamás volvería a sentir eso, pero el calor ha vuelto a mi cuerpo. Pero me he callado. Le miraba a través de mis pestañas como encendía la tele para poder ver algo. Y me he callado, pero creo que podría despertar así el resto de mi vida. 

Cuando me ha mirado, me he sonrojado. Me he sentido como una niña a la que han pillado haciendo lo que no debía, en este caso, pensando lo que no debía. Pero supongo que no se puede ocultar todo. Ni aun cerrando la boca. Estoy cambiando, ya no digo todo lo que pienso. Ya me lo guardo, ni siquiera lo escribo. Creo que es mejor llevar cosas dentro para que nadie pueda jugártela nunca.

Es el Bollo de mi vida. Y no quiero sustituir la palabra Bollo por ninguna otra. Es él, así, tal cuál. Matándonos y queriéndonos como nadie. Somos de extremos, siempre lo he dicho. Y aquí estoy, en su casa y que no me saquen de aquí, que tengo mucho trabajo... Informes que no acaban... y todo para el día 9 de marzo, pero entre semana es imposible hacer nada.

Espero poder cambiar un poco mis rutinas ya que he dejado el trabajo de los lunes y miércoles. No podía más y mi salud ya estaba pasando factura.

He recibido mensajes sobre cómo estaba tras las anteriores entradas. No lo voy a compartir esta vez, porque los resultados no son buenos. Sólo lo sabe una persona, y es Belén, y no lo sabe todo. Esta vez me ha dejado mi espacio. Esta vez la cosa es grave. Pero bueno, hasta aquí puedo leer. Voy a seguir disfrutando de mis informes, de mis niños y de mi Bollo... Con que poco puede ser un fin de semana perfecto.

Patri Izquierdo Díaz


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.