lunes, 15 de octubre de 2018

Con ella y sólo ella

Mi boca encuentra otro en su entrepierna,
también un mar de perlas en el fondo,
usando mi pasión como linterna
excavo hasta encontrar nuestro Macondo.

Me orillo en su costado y veo un valle
sembrado con racimos de diamantes
y dejo que mi cuerpo se desmaye.
Un año entero allí son dos instantes.

Después de cada orgasmo me suicido
y luego resucito entre sus manos,
me siento el vencedor mejor vencido.

Qué importan los dictados freudianos,
con ella y sólo ella he aprendido
que el sexo es un oficio de artesanos.

Luis Ramiro


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