Escribir es mi terapia, es hablar conmigo misma cada vez que algo me ronda por la cabeza.
Estoy reflexionando sobre todas aquellas cosas que dejo sin hacer por trabajar demasiado (por ser casi una adicta al trabajo), por timidez, por miedo, por el qué dirán, por el que puedan pensar de mí... Si os dais cuenta, hay muchos factores que alteran el producto (el producto soy yo). Alteran mi forma de ser, alteran mis sueños, mi forma de luchar por ellos.
Ojalá fuera más valiente, más sincera conmigo misma y menos con los demás. Abrir el corazón a veces es peligroso. ¿Veis? Otro factor, el gran factor. El miedo, a no ser aceptada, a no ser querida, a no ser valorada, a simplemente... quedarme sola por ser como soy.
Sola estoy muy bien, como diría Ana Guerra en su canción. Pero si hacemos un viaje al pasado, y recordamos el momento en que me dejaron por ser como soy (aún no tengo claro a qué se refería), entenderéis que en mí nacen un montón de inseguridades y complejos. Muestro mi cara más fuerte al mundo, mi mejor sonrisa. Jamás me veréis mal. Nunca me veréis llorar (y... por supuesto lo hago). Evito que la gente me conozca del todo, es una manera de mantenerme segura. Creando una muralla a mi alrededor.
Tengo miedo a empezar algo nuevo, a que descubran mi cuerpo (que no es perfecto), a que miren más allá y vean todos mis defectos... a que me vuelvan a dejar por como soy.
"Quiérete" es lo que no paran de decirme mis amigas. Pero es tan difícil cuando te miras al espejo y ves lo que hay. Es más fácil mirar a otro lado, es más sencillo ir de chico en chico sin ahondar en ellos, sin dejar que te conozcan. Hasta que llega alguien que te descoloca. Que te vuelve loca. Que te sientes tú misma a su lado y no te juzga. Me gustaría ser valiente y arriesgar. Pero de nuevo, tengo miedo.
Patricia Izquierdo Díaz
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