domingo, 28 de octubre de 2018

Me elijo a mí

Los domingos son días de reflexión. Creo que debo ser sincera conmigo misma en algún momento y decirme la verdad. Aquello que no quiero escuchar.

Me he empeñado en que me guste un chico. He hecho lo que no estaba escrito, un trabajo de casi 24 horas al día. Mis amigas no me reconocían. Nunca en la vida he ido detrás de nadie, ni del gran amor de mi vida, cosa que a veces, me arrepiento, porque si hubiera puesto más de mi parte, ahora, otro gallo cantaría. Con este primer chico, he convivido muchos años en un mismo sitio, pero jamás me había fijado en él, no sabía ni que existía. Al conocerlo, me he dado cuenta que es todo lo que quiero. Absolutamente todo. Pero tenerlo todo, hace que falte algo. Ese algo que te atrapa. Ese algo que te hace que no sea aburrido, perfecto y lineal.

No necesito a una pareja que sea mi perfecto amigo siempre, incluso casados hasta que la muerte nos separe. Sin fuegos artificiales, sin mariposas, sin ganas de noches locas. Simplemente con una buena convivencia en nuestra casa. No, yo no quiero eso. Yo quiero más, que me hagan saltar de alegría cuando me escriben, quiero... esas mariposas. Esas ganas de verle, de contarle mi vida. Eso que le falta y que a veces se me olvida.

Quiero más en todos los sentidos. En una relación, en la cama, en el día a día. No quiero un cuento de hadas, pero quiero mi cuento.

Reconozco, que me he puesto a prueba a mí misma. Pensaba que mi gran amor era pasado, aunque ahora mismo saliera corriendo hacia sus brazos. No sé si estoy preparada para empezar algo con alguien. Depende del día, y eso no es muy razonable ni coherente. Parece que no eres tú el indicado. No lo eres. Y forzar a alguien para que te hable o para que sea aquello que busco no es nada bueno. Y forzarme a mí a ser lo que él quiere (que no sé exactamente qué quiere), no es bueno.

Me duele mucho tomar esta decisión, que ya he tomado anteriormente varias veces. Me elijo a mí. Elijo mi felicidad, mi carrera, mi casa, mi familia... Renuncio a historias que podrían ser, chicos que pudieran ser, sentimientos que no son reales sino fruto del empeño porque lo sean.

Mis miedos son mi inseguridades. Mis amigas no lo entienden. Pero es muy duro sentir que no estás a la altura de nadie, que eres una mierda porque siempre hay alguna más guapa, más lista, más inteligente, más simpática... Llegas a pensar, que jamás habrá nadie esperándote o que te tendrás que conformar con lo que te toque en la vida. No soy de conformarme. De nuevo, me elijo a mí.

Patricia Izquierdo Díaz


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