viernes, 13 de septiembre de 2019

Días nublados desde mi ventana

En los días nublados, donde lloras tanto como llueve, donde solo echas de menos a los que se fueron y jamás volvieron. Dónde tienes flashes del pasado, donde una cama de 90 tenía mi mundo entero, donde cada café era especial... Un pasado que nunca más volverá. Nunca. Y no hago más que mirar atrás. Le busco en cada chico, le busco en cada estación de metro, le busco en cada esquina, en cada bar, cada día... Pero la vida no me lo da, y en el fondo lo agradezco. Ya bastante me está costando olvidar.

Pero hay gente que me quiere de verdad. Que me lo demuestra cada día. Saben que con cada frase que escribo en mi blog cómo estoy, y hacen lo que está en sus manos por verme una pequeña sonrisa. De esos detalles, muy poca gente entiende. Muy pocas personas son tan afortunadas como yo. Y ahí estabas tú, esperándome en la puerta de mi cole. Sentado en mi coche. Mirándome sin decir nada. Y no me has dicho nada. Sólo me has abrazado. "Todo pasa, peque. Todo pasa". Y todo pasa, pero primero te atropella. Y ya he pasado por esto... Uno se llevó 20 kilos de mí, el otro va por los cuatro. Y esto es la vida señores. En busca de la felicidad constantemente. Y yo la tengo al lado, y me siento aún peor porque no sé apreciarla como debería, porque no sé quererte como te mereces, porque no sé darlo todo como hice por los equivocados. 

Y ese abrazo, lo tiene todo: ternura, amor, seguridad, calor, refugio, cariño, protección, salvación. Me das todo. Y yo me siento una mierda a tu lado. Siempre estás. Punto. Siempre. Y lloro, porque contigo sí me sale. Y me siento aún peor, porque entre tus brazos, lloro por otro. Por otro que no se merece mis lágrimas, lo sé. No se merece nada. Ojalá tuviera un botón con el que apagar los sentimientos que tengo. Un botón que me llevara a ese 10 de enero y le siguiera rechazando. Un botón de reinicio. Le echo de menos tanto... Y tú no te mereces estar en casa, viendo como llueve desde mi ventana. No te mereces esto, cariño. Y aquí estás. 

Hemos vuelto a perder. Esta vez el juicio final. Me enfrento al problema más grande mi vida. Pero yo puedo, contigo a mi lado. Yo puedo. Sin depender de nadie. Porque soy fuerte. Porque un "medio-amor" no me va a hundir cuando tengo los problemas que tengo. A los cuales no sé hacer frente ahora mismo. No sé por dónde cogerlos. Pero saldré de ésta, como siempre. La noticia me ha caído como un jarrón de agua fría. Pero puedo con ello, aún no sé cómo, pero lo haré. Tengo a las mejores a mi lado, pero últimamente, sólo veo Alejandros en mi vida. Y soy más que afortunada. 

Ahora soy yo la que miro desde mi ventana el barrio de San Nicasio, el parque que tenemos ante nosotros, cómo llueve. Escucha. Escucha el silencio, las gotas chocando en la ventana. Qué bonitos son estos días. Y te miro a ti. Ambos en silencio, cada uno sumergido en sus pensamientos. Mirando la lluvia. Mirando la magia de la naturaleza. No quiero cenar, no quiero comer, no quiero ni oler un postre. Y esta vez me dejas. Sólo esta vez. Me dejas comerme las uñas. ¿Cómo voy a salir de ésta? Mis lágrimas vuelven a resbalar por mis mejillas, te acercas, las limpias con tus suaves dedos, y me abrazas, y me besas, y me mimas, y me prometes que tú sí que estarás, y que, a pesar de todo, jamás irás a ningún lado donde no esté yo. 

Me he vuelto una loca de la adrenalina, y eso no te gusta. Si ya lo era antes... Pero, es que necesito sentir emociones más fuertes que el dolor que se me ha puesto en el pecho. Emociones que me hagan olvidar. Que no me hagan pensar, y... no me importa las consecuencias de esos actos. Que es lo que siempre terminas preguntando, "¿y si te pasara algo?". Mi vida dejó de tener sentido hace siete años. Ese domingo, del que tanto hablas, di el paso, dejé todo atrás. Y por una vez, estuve tranquila y sentí paz. Pero alguien se empeñó en que debía seguir viviendo, a pesar de todo, a pesar de todos. Tú me acompañaste, tú lo mantuviste en secreto como todo. Mi bollo se volvió loco. Cinco personas saben todo. Y de nuevo lloro, porque solo soy feliz en el trabajo. Porque los fines de semana, me muero en vida. Y salgo, salgo con quien sea, y cometo errores, y conozco chicos a los que no quiero conocer. Y tras un rato en el que me siento querida, la realidad me espera en casa. La vida sigue ahí, intacta, tal y como la dejé por la tarde. Y duele de nuevo. Y me vuelvo a bajar alguna aplicación, y empiezo de cero. Pero esta vez, apareces tú. Si el bollo es Superman, ¿quién eres tú? Peter Pan se te queda corto. 

Esto es amor, pocos lo entiendes y muchos lo critican. No sabría especificar qué tipo de amor, pero tiene que ser bueno, porque me abrazas y me arropas, porque me besas y me salvas, porque me haces bailar bajo la lluvia y porque me cantas al oído. Si esto no es amor, ¿qué es? Te lo digo yo. Eres la suerte de mi vida, eres guía, mi amigo, mi Peter Pan encantado... Y lloro por tenerte tan cerca, mientras que mi amor por ti se queda escaso. 

Y así lo cuento, queridos lectores, porque sé que él ya no lee mi blog. Apuesto lo que sea, un viaje a la luna por ejemplo. Y puedo expresarme libremente, siendo sincera, abriéndome como lo hacia antes. Este mi blog, es mi forma de expresarme, de ser yo únicamente sin tener que demostrar nada a nadie. Y aquí os dejo mi día nublado.

Buenas noches...

Patri Izquierdo Díaz


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.