domingo, 29 de septiembre de 2019

Primer domingo sin resaca, y sin ti

Desde hace dos meses los domingos salía tarde de la cama. Con intención de comer y volverme a acostar hasta que cayese el calor. Intentar recuperar las horas de sueño y los años de vida que había perdido los dos días de antes durmiendo poco, riéndote, bailando…

A media tarde, una ducha bien fría para espabilarme, ponerme un short corto, un top y las gafas de sol, para evitar que se vea la cara de muerta viviente. Y coger el coche para volver a Madrid. Subir rápido a casa, dejar la maleta y bajar a la terracita del bar del barrio. Para contar las anécdotas del fin de semana en el pueblo, en la playa o en mi paradero que era cualquiera, menos mí casa.

En muchas ocasiones eras tú quien me esperaba en el banco de nuestro parque. Me recogías en tu coche, ponían música que hablaba de nosotros, y entre sonrisa y sonrisa íbamos a cenar y tomarnos una cerveza. Te enseñaba las fotos. Me llenabas de besos porque llevábamos unos días sin vernos. Nos confesábamos mil secretos. Discutíamos y hacíamos el amor como salvajes. Éramos tú y yo. Me ilusionaba, otra vez, pensando que las cosas estaban cambiando, pero no. 

Hoy, es el primer domingo que no salgo de casa, que me ha dado tiempo a repasar todo. Me ha dado tiempo a mirar fotos. A leer conversaciones y mandarlas a “archivadas”. A ver películas empalagosas y escuchar a Rafa Espino…

Ha sido el primer domingo que no sé nada de ti, no hemos hablado, no hemos quedado, no me has contando lo que has hecho ni cómo va empezar tu semana... ha sido un domingo de pensar que ya estas mejor sin mí, otra vez. De lamerme las heridas, de coserme la cicatriz, de cerciorarme de lo que hay. De aferrarme a la realidad.  

Me va a costar. El otoño ha llegado para todo, y se ha instalado en mí. Vuelvo a mi mundo marrón, como las hojas que se caen. Y… Me acostumbre muy rápido a estar siempre por ahí. Me acostumbre muy rápido a tenerte para mí, o creer que te tenía.

Echo mucho de menos cogerte de la mano y bebernos juntos los miedos. Y saber que todo lo que he soñado va a pasar de un futuro al pasado, me provoca nauseas. Pero no pienso buscarte, no voy hablarte, no voy a proponerte más planes… los recuerdos me han dicho, que es hora de irse. 

Esta es la penúltima vez que te escribo, sé que soy infeliz a tiempo parcial, y sin ti a jornada completa. Pero no puedo hacer más, que esperar a que otro domingo venga, sin ti.

Belén Triguero Guijarro


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