Si me sigues empotrando así, me voy a acabar enamorando. Qué salvajes, ¡dios mío! ¿Cuánto tiempo hemos perdido? Te he tenido toda la vida a mi lado. ¡Qué agujetas! Qué manera de hacer las cosas. Por favor, esto no lo había vivido nunca. No pares. Sigamos jugando con fuego, porque... sabes que acabaremos en la hoguera.
- Oye, mírame - le acaricié la cara - Mírame a los ojos... ¿Por qué lo complicado nos gusta tanto?
- A mi ya me gustabas desde los inicios... desde el Big Ben - me dijo mientras me miraba profundamente.
- ¡El Big Bang! El Big Ben es el reloj de Londres - me empecé a reír. Él y sus cosas - El Big Bang fue el meteorito.
- Pues desde ahí, llevo jugando con fuego por ti.
Le besé, con la misma ansia que hacía unos minutos.
- No me hagas daño, ¿vale? No lo soportaría ahora mismo - le confesé.
- Yo no soy él, Patri. Yo no voy a jugar contigo. Sabes que no soy así, y que te quiero, de verdad, y con todo mi corazón. Y que no sé dónde va a llegar esta locura, pero no quería morirme sin probar esto.
- ¿He superado las expectativas? - pregunté mimosa, regándole el cuello de besos.
- Demasiado. Y eso es un problema.
Estoy totalmente de acuerdo con él. Es un problema y muy grande. ¿Qué vamos a hacer? No debería haber pasado. Y esta vez no vale la escusa del boxeo, deberíamos haber sido adultos y pararlo como tantas otras veces, pero ya es tarde, muy tarde. Y, siendo sincera conmigo misma, no me arrepiento, de hecho, quiero más. Quiero que no te separes de mí, que me sigas haciendo el amor como lo haces, que me empotres, que me acaricies, que me beses, que tengas tú la iniciativa, que me acurruques con tus brazos, que me hagas sentir en casa siempre, dentro y fuera de la cama como llevas haciendo tropecientos años. ¡Esto es un sueño hecho realidad! Nunca había sentido nada parecido. Jamás. Se me hincha el pecho mientras te veo mirar el techo, ¿qué estarás pensando?
- ¿Pensabas que esto ocurriría alguna vez? - me preguntó de repente.
- La verdad es que no. Pensaba que era más fuerte. Y que el simio que llevo dentro tendría algo de inteligencia. Pero... No me arrepiento - le contesté.
- Yo tampoco. Ese es otro problema. Que ni me arrepiento ni quiero parar de estar buceando entre tus piernas. Así que cariño... Espero que estos cinco minutos de charla hayas descansado, porque yo voy a empezar... de nuevo, y... espero que tengas antiojeras, porque la noche va a ser muy muy muy... larga...
¿Y quién es WonderWoman para decirle que no a Superman?
Patri Izquierdo Díaz
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