Con Nueva York a mis pies

Desde mi ventana, con Nueva York a mis pies. Con los inmensos rascacielos rodeándome, con una preciosa mujer a mi lado que solo me regala su sonrisa, sus ojos vivos y hechizantes, su alegría. Y yo aquí, sentado frente al ordenador, mirando por la ventana... ¿Qué estarás haciendo al otro lado del charco? Espero que te estés cuidando.

Tengo a la mejor mujer a mi lado, y sin embargo te pienso, me encantaría estar besándote cada trozo de tu piel. Ver una serie mientras me quedo dormido porque tienes muy mal gusto para elegirlas. Pedir chino para cenar porque ninguno de los dos sabe cocinar. Verte en chándal o con una camiseta y tus braguitas negras. No sabes lo afortunado que me siento al vivir esos pequeños momentos.

He estado pensando mucho Pati. En todo. Este viaje para mí va a ser diferente, decisivo quizás, quiero poner en orden mi vida y mis sentimientos. Pero todo se altera cuando me acuesto con ella, y sólo te veo a ti. Sólo te siento a ti y mataría porque fueras tú quien se moviera encima de mi. También he estado pensando en algo durante mucho tiempo, y seguramente te enfades. Y Belén, seguramente pienses que estoy desesperado, pero he pensado en escribir al motero. Según tú, ha dejado de leer el blog, y estás muy segura. Según yo, quizás haya una posibilidad. Cuando leas esto, te vas a alterar mucho, pero léeme con atención, por favor, antes de llamarme de todo. Sólo quiero preguntárle que hizo él, que no sé hacer yo. Cuál es la fórmula para tocar tu corazón y permanecer en él. Quiero que me explique qué tipo de encantamiento utilizó para calentar a un corazón de hielo, para enamorar a una persona con tantas barreras y tantos escudos. Te juro, que le escribiría para pedirle que me señale el camino. Después le llamaría de todo por irse como se fue, por hacer tanto daño gratuito y ni siquiera pedir perdón por ser un hijo de puta. Pero me mata la curiosidad, Pati. 

Cada vez estoy hecho más un lío, cada vez siento que te amo más, y con locura, con locura descrito como algo literal. Me estoy obsesionando con no tenerte como él te tuvo. Me estoy volviendo loco, porque me robó algo que era mío. Ha sido la mayor competencia que he tenido. El Bollo es inofensivo, nunca intentaría nada contigo. No creo que se atreva ni a besarte. El motero, era otro cantar, entró con fuerza en tu vida, y así te ha dejado... Los huracanes son fuertes y devastadores, pero solo dejan pobreza, daños y destrucción a su paso.

Pati, dime que no me estoy volviendo loco. Que no dejo de pensar en ti, que si vuelves a hablar con el motero, me muero. Este fin de semana pasado, lo vi claro. Pasar la aspiradora contigo es lo que quiero, ir a la compra, cambiar las sábanas, poner una lavadora... Pati, quiero... eso contigo. Y cada vez me cuesta más mantener esta fachada con otra persona que no se merece el daño que la puedo hacer si llega a enterarse de mis sentimientos hacia ti. Pero es que tengo miedo de que me hagas lo de siempre. Te prometo que apostaría por ti, con los ojos cerrados. Pero no quiero estar pensando cada día que quizás hoy, es el día en que decides huir y salir corriendo. No puedo, porque duele, porque es un sin vivir que no me deja respirar, que me oprime el pecho. Leer que estás con otros, me mata. Y más sabiendo ya por las razones que lo haces. Por despecho. 

No sé qué hacer contigo. Repito que tengo a la mejor persona a mi lado. Ella sí que apuesta por mí, me ama como yo te amo a ti. Y con ella es fácil. Batallas entre el corazón y la razón. Sentimientos que no controlo cuando suelo ser bastante racional en ese sentido. Me hablas y pones mi mundo patas arriba... Y tu silencio... Ni siquiera me has escrito para preguntárme si he llegado bien o cómo estoy... 

Este viaje tiene que marcar un antes y un después en mi vida, cariño. Necesito la estabilidad que llevo buscando años, no la montaña rusa en la que me haces vivir. Marea, cansa, desgasta... Aunque te ame con todo mi corazón.

Peter Pan