domingo, 29 de septiembre de 2019

El Ventano del Diablo

Es un mirador de la Serranía de Cuenca. Ayer estuve allí, y os lo cuento porque, a ver cómo me explico. Tenía una "entrada" o una "invitación" que me regalaron cuando oposité para ir a ese sitio tan chulo. Supuestamente no tenía fecha de caducidad, y tenía que ir con una persona en concreto, con el que me lo regaló. El motero, lectores. Me hizo una tarjetita muy chula que aún guardo y este fin de semana decidí usarla. Hablar del motero ya me cansa, me aburre a mí misma y me duele, así que me está costando infinito hablar de este viaje, pero bueno. Vamos a probar si escribiendo, las heridas, ya casi cicatrices, terminan de sanar.


Esta escapada no era para hacerla con otro chico. No quiero sustituirle en ningún momento, porque no tiene sustituto, porque para mí, el motero, será siempre mi furbi y será él. Entonces, se lo propuse a mi hermano, y mi hermano se lo propuso a mi padre... y por consiguiente a mi madre. Se convirtió en un viaje familiar. Nunca habría pensado que viajaría a ese lugar en familia. Antes hubiera ido sola que con otro chico también lo digo. Tenía muchas ganas de ir, además de conocer el nacimiento del Río Cuervo, o el Nacimiento del Río Júcar (está todo en mi Instagram: @pid92), y finalizar el día en Cuenca, que es maravillosa, me ha encantado. Por cierto, gracias a Belén por todas las indicaciones que me dio, ya que es su tierra como ha escrito muchas veces aquí y conoce también lo que me gusta.


Conseguí ver todo lo que me había propuesto. Tengo vídeos, miles de fotos y fue un día en el que le eché mucho de menos. Vi a muchos moteros y sentí envidia y un poquito de nostalgia, pero la vida es así. Él decidió irse y a mí me tocó respetar su decisión, punto y final.



Es un lugar asombroso. Hice el turismo que a mí me gusta, ya que considero tan importante ver lugares así de mágicos como ver las Casas Colgadas que son un icono del turismo español. Estas pequeñas escapadas improvisadas, ya que se me ocurrió ayer al ver el buen tiempo que iba a hacer, y dije, pues me voy y me llevo al enano. Fue un día como os digo lleno de sentimientos, de altibajos, pero lo disfruté. Echar de menos no es malo, no es ya un echar de menos que me hunde en la mierda, no, ya no, es como... podría haber sido bonito, y podríamos haber comido aquí y haber ido allí, no sé si me entendéis lo que quiero decir. 

El Ventano del Diablo, es un recuerdo, un lugar especial que se queda en mi corazón junto a una "invitación" que tengo impresa y puesta en mi habitación. Las cosas podrían haber sido distintas. Es una pena. También he vuelto a los quince años, y me han dado ganas de escribiros que he estado con un chico increíble, y casi casi el amor de mi vida, por si en el caso de que lo leyera... le diera en las narices, si es que aún siente algo... Luego he pensado que no voy a mentir en mi blog, no lo he hecho nunca, ya que es mentirme a mí misma, también que es absurdo porque estoy completamente segura de que ya no lo lee, cien por cien segura, y hubiera sido una idiotez malgastar así mi imaginación, y tercero, la vida es así, si le echo de menos, ¿qué? ¿Qué pasa? Es lo que hay, ya está. 


Os dejo un par de fotos de ese sitio por si os animáis a visitarlo, aunque ya os digo, están en Instagram y Facebook. Por cierto, gracias por los comentarios sobre mi cambio de look, sois geniales.

Patri Izquierdo Díaz

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.