miércoles, 4 de septiembre de 2019

... un mundo

Quería escribirte personalmente a ti, Belén.

No quiero escribir a los lectores, que lo leerán porque así nos siguen (y hablo en plural, porque tú formas parte del blog). Ayer fue una tarde más de las nuestras, con planes de futuro, conversaciones de sexo, de helados y batidos, de ponernos al día, de reírnos de tus fiestas, de mi primera copa de alcohol y de las ganas que tengo de darme a la bebida, de mis pof, de tus ligues, de tu chico, de lo que tienes con Peter Pan (que sí, lo acepto, me tiene un poco celosa, no lo voy a negar, pero que me encanta a la vez... Creo que soy masoca, definitivamente). De todo.

Nos hemos vuelto a encontrar. Nos merecíamos, como en las mejores relaciones, un descanso quizás. Tenemos vidas, tú y yo, complicadas, trabajos que nos saturan en algún momento dado y las dos somos de armas tomar, somos dos huracanes... con carácter parecido. Pero te he vuelto a encontrar, a ti, a nosotras. Y si fueran necesarios más respiros, no me importan, porque no desapareces. Porque te he seguido teniendo durante el verano. Has seguido estando conmigo y eso, para mí, no tiene precio.

Te quiero, cari. Siempre lo he hecho, y no te puedo querer más porque es imposible. Que Alex te adore, es culpa mía, dice mucho de cómo hablo de ti. Eres de mis mejores amigas, de las que se cuentan con los dedos de una mano, con las que me iría al fin del mundo si es necesario, y que si me dices ven, voy, a lo bueno, a lo malo, a lo regular, a la fiesta o a donde digas... Porque esa es la verdadera amistad.

Somos muy iguales y muy distintas. Somos de extremos. Pero, y hablo por mí, es amor del de verdad, y tiene nombre. Es "querer a pesar de...". He hablado mucho de este tipo de amor. Es querer a pesar de ser diferentes, de discutir, de no llegar a estar de acuerdo en las decisiones que tomamos y aún así estar, de querer pegar al que nos hace daño a una de las dos, de decir "no encuentro mi uniforme de trabajo" o "mañana tengo reconocimiento médico" y preguntar. Es querer bailar, aunque no sepa, ir al gimnasio, es querer pasar tiempo juntas y que cualquier excusa, está bien. 

Tengo tanto que agradecerte. Que no sabría por donde empezar. No sé si siempre te demostraré estas palabras, seguramente no... Pero, te quiero, y te lo voy a decir siempre que pueda, porque no voy a dejar de decir lo que pienso y lo que siento. Te quiero y punto. Es lo que hay. 

Gracias por el reencuentro, por contarme tu verano con tanta gracias que haces que me ria de todo y de todos, ¡hasta de mí! Por seguir diciéndome las cosas como son, como opinas, objetivamente... Por ayudarme a crecer como persona y ser paciente mientras has estado viendo durante tanto tiempo como iba cuesta abajo y sin frenos. Gracias por defender a los míos, a mi Peter Pan de los demás, por hacerme saber que ni Pof, ni Tinder, ni Badoo me va a dar a un chico así. Que me ama con locura. Al que comprendes y defiendes más que a mí. Al que sé, que tienes mucho cariño. Y me animas a perder el miedo, a lanzarme, a decirle "sí, quiero". Porque como dice Alex, vas siempre un paso por delante de los demás. Y a las pruebas me remito. Conoces el comportamiento humano mejor que nadie, y no hace falta que te hable de muchas cosas para saber cómo estoy, cómo me siento y cómo voy a actuar. Eso, se llama magia, y solo lo da la amistad.

No me voy a liar más hablando de ti, creo que pocas cosas me quedan por decirte ya. Y además, tengo un asunto del que tenemos que hablar tú y yo. ¡Van a flipar ahora todos! Por cierto, quiero tu versión sobre el siguiente tema... Así que, ¡vamos allá!...

¡Ah, sí! Se me olvidaba... Te quiero un mundo.

Patricia Izquierdo Díaz


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