- Todavía por aquí - pregunto entrando en el taller.
- ¡Qué susto me has dado! - dice dándose la vuelta - Patri, ¿qué haces aquí? - me pregunta mirando el reloj.
- Pues ya ves. No me encuentro con ánimos de ir al gimnasio, además, tenía médico, al cuál no he llegado por las puñeteras extraescolares.
- Y has decido venir aquí. ¿Cómo sabías que estaba aquí? - me pregunta a la vez que señala una de sus herramientas para que se la pase.
- Porque te conozco, y estás como yo. Dando vueltas a todo. Y este es tu santuario - abro los brazos señalando todo el montón de chatarra de mi alrededor.
- La verdad es que pensé que no volvería a saber nada de ti en una o dos semanas... Tras la conversación de ayer.
- Pues ya ves, ¡sorpresa! - le intento animar - No te voy a pedir que me creas... No te voy a decir lo que voy a hacer, o lo que me voy a esforzar para que esto funcione... Te lo voy a demostrar, así que dame tiempo, y tú mismo lo irás viendo - le respondo.
El Bollo se da la vuelta y lanza la herramienta que tenía en su mano.
- Es justo eso lo que me da miedo, Patri. ¡Que te vayas! Perder mi vida, todo lo que tengo por ti, y que después tú desaparezcas con un Pof. Además, no te puedo exigir nada. Yo no - grita mientras se toca el pelo.
- No me voy a ir - le digo acercándome poco a poco a él, con cierta timidez, porque... tiene razones para pensarlo - Ayer me dijiste que querías que estuviese, que querías que me comportara contigo como lo hice con Samu. No te voy a dar 24 horas... Pero, voy a estar. No me voy a ir. ¿Sabes por qué? - él niega con la cabeza pero no me mira a los ojos - Porque creo sinceramente que merecemos una oportunidad, la que no hemos tenido en tantísimos años. Probar, intentarlo, ver qué pasa... - le rocé la cara e hice que me mirara a los ojos - No me voy a ir a ningún lado sin saber si esta oportunidad sale bien o mal. Pero no voy a buscar nada más que esto, lo que tenemos. Sé que ahora soy yo la que se lo tiene que currar. Voy a tener que tragar muchas cosas - y él se ríe - ¡No pienses mal! - me uno a su risa - Voy a estar a tu lado como todos estos años. No voy a competir con nadie, te voy a dejar elegir, que seas tú quién decidas quedarte conmigo.
- ¿Cómo no me voy a quedar contigo, Patri? ¿Quién no lo haría?
- Se me ocurren un par de nombres - me río, pero la gracia no llega a mis ojos.
- Hablo de gente normal y coherente... - aclara. - Quiero ir poco a poco, y sin ilusiones, quiero ver como evoluciona esto. Es una prueba, y quizás salga mal. ¿Estás preparada?
- Estoy contigo. Me quedo. Estoy lista para ver qué pasa. Nos lo merecemos.
- ¿Y si sale mal? - me pregunta.
- Si sale mal, pierdo a mi amor platónico, a mi Superman, pero me quedo con mi mejor amigo para el resto de mi vida.
- Prométeme que eso no va a cambiar. Que aunque salga mal, no desaparecerás de mi vida - me mira a los ojos - Te necesito, Patri.
- Yo sí que necesito a mi Superman - le agarro de la cara y me dejo llevar por todo el amor que mi corazón desborda en este momento. Sus gestos, su voz, su cara, sus ojos. Hablan. Todos ellos - Te quiero, mi bollito - le digo cogiéndole las chichas.
- Me tienes loco, de siempre - dice empezándome a besar el cuello - Y no puedo creer que te tenga solo para mi. Te amo, Patri.
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