domingo, 18 de agosto de 2019

Los temores

Buenos días a todos.

Son las 11.36 y aún no sé nada de Campanilla. Porque es incapaz de coger un teléfono y poner "buenos días, estoy bien". Ella es así, por no molestar no escribe a nadie. Y yo por darla su espacio, aún no sé cómo ha pasado su primera noche tras aquel domingo del que os he hablado un poco... Es a ella a quien corresponde contarlo, y si la preguntáis os dirá "todo bien, como siempre". Odio cuando dice eso, porque cuando lo dice es que las cosas van mal, muy mal. Nos conocemos, señorita. Tú a mí no me puedes engañar.

¿Sabéis cómo sé cuando miente? O peor, cuando te oculta algo con una media mentira... ¡Se toca una oreja, o el pendiente. ¡Fijaros los que la conocéis! Y habla de repente mucho, como que vomita todo lo que va a decir para que no la interrumpas. La tengo pillada, como diría Belén, la merienda debajo el brazo (¿era así, Belén? Me encantó cuando lo dijiste). Y cuando está nerviosa se rasca los brazos o el cuello. No tiene secretos para mí. Son siete años con ella, o mejor dicho, detrás de ella.

Yo no he podido dormir muy bien tan poco. Tengo la imagen de ese domingo en mi mente y no me permite conciliar el sueño. Esa noche me marcó, nos marcó a todos los que estábamos allí. Y he tenido alguna pesadilla que otra. Estuve a punto de llamarla a las tres de la mañana por si seguía despierta pero no la quise molestar. Pensar que pueda volver a suceder lo mismo, me rompe por dentro. Esa noche pasé de tenerlo todo, a no tener absolutamente nada. A pensar que lo más valioso que tenía lo perdía, lo perdíamos. Esa noche marcó más mi vida que mi accidente con la moto, en el que no daban ni un duro por mí. Pati, así me sentí yo. Ahora te entiendo. Ahora sé porque cada vez que ves una moto te tiemblan las piernas. Y que hayas montado con el motero, ¿qué significaba eso? Supongo que lo que tú dices siempre, luchar contra los miedos. Y luego dices que eres débil... La persona que mira de frente a sus miedos y los asusta... 

Te voy a escribir en breves como no lo hagas tú. Espero que hayas tenido al menos una noche tranquila, que te hayas comido a todos esos temores que tenías. Ponte fuerte tú, ponte guapa tú, arréglate para ti, los demás, te esperaremos y el que no lo quiera hacer, no sabe lo que pierde. Quierete. No sé cómo no lo puedes hacer. Seca esas lágrimas que has tenido esta noche. Saca la rabia y déjala en el cajón. Si puedo, la semana que viene pasaré por La Manga, que allí estarás. Te veo en mi velero... 

Te quiero, Campanilla.

Peter Pan




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